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En estos tiempos electorales, estos animales se multiplican y salen a hacer de las suyas.
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Sábado, 17 de Octubre de 2015

Vladímir Vladímirovich Putin, impresionante líder de nuestros días, ha sido capaz de convencer a millones de personas, durante diferentes momentos de tiempo, de que él es idóneo para llevar las riendas de un gigantesco -y poderoso- país como lo es Rusia. La independencia con la que asume el poder, la recuperación económica frente a la crisis de 2008 y la influencia que ejerce sobre Gazprom -la empresa gasífera más grande del mundo-, son las principales justificaciones de su liderazgo. Unos lo llaman dictador, para otros, Putin es un esclavo del poder; pero para mí, es un excelente líder, un excelente proveedor.

A diferencia de las criaturas vítreas que tenemos en el país, y que ostentan llamarse políticos. Batracios de múltiples colores y niveles pretenden ponerse a la altura de Cicerón y fingen tener intenciones de resolver los problemas de la Nación. En estos tiempos electorales, cuando el agua de los charcos y pantanos abunda, estos animales se multiplican y salen a hacer de las suyas, a convencer inocentes de que “van a cambiar Bogotá”, o de que van a evitar que “jodan” a Cúcuta; en fin, miles de eslóganes mal pensados y bien distribuidos que rayan no sólo en lo ridículo sino en lo ilógico.

Estas personas, que se hacen llamar candidatos dignos de ejercer cargos en la República, no son verdaderos líderes. Realmente no son capaces de llevar una determinada región por las sendas que ésta requiera, no son capaces de originar iniciativas reales para satisfacer las necesidades de la población y mucho menos logran conseguir el apoyo mayoritario de la gente -sin hacer uso de sus tácticas corruptas y mafiosas-.

Es triste ver cómo se gasta miles de millones de pesos en campañas electorales, y pocos centavos para la alimentación de los niños desfavorecidos o incentivar la industria -y con eso, a su vez, fomentar la creación de empleos-. Por esto, puedo decir, sin temor a equivocarme, que no creo que haya ningún candidato apropiado para los departamentos y alcaldías de Colombia, especialmente para Cúcuta; porque ninguno de ellos tiene las agallas de ir en contra de la maquinaria y el favorecimiento personal, y luchar por el favorecimiento de la ciudad.

Es cierto que los métodos del “oso ruso” son criticados y poco ortodoxos, pero generan resultados. A pesar de que se acuse a Putin de querer sembrar confusión en el caso del vuelo MH17, en el que murieron 298 personas, hay que ver que sus tácticas sí están acabando con una de las más grandes amenazas en Occidente y Oriente: El Estado Islámico. Rusia ha destruido casi quinientos objetivos del EI luego setecientas misiones a lo largo y ancho de las fronteras y el continente asiático.

Este líder, que cuenta con la aprobación de su pueblo, que ha luchado por los intereses nacionales y que ha combatido el yihadismo armado para ganar presencia y legitimidad en Asia, no tiene nada qué ver con los falsos líderes y profetas que se han levantado en Colombia, unos solicitados para investigarlos por masacres paramilitares, y otros llamados a rendir cuentas por entregar e intercambiar información delicada con cabecillas de grupos al margen de la ley.

Por ahora, no queda más que sacar la cabeza de la tierra y pensar por quién votar, a quién respaldar y no repetir los mismos errores; para no tener que seguir quejándonos por elegir a los mismos. Recuerdo cuando mi gran amigo Alfredo Muñoz me decía que los cucuteños somos muy hipócritas por la forma en que ejercemos nuestra democracia, hoy coincido con él y siento que justo en época de elecciones, deberíamos mirar a un hombre -en el sentido genérico de la palabra, y no en el sentido sexista- que sea capaz de luchar. Un hombre capaz de tomar las riendas de una ciudad en ruinas y sepa convertirse en el líder que se necesita, y no en un líder que complazca a los partidos de coalición y tenga miedo de ser criticado por personas y medios que no tienen ni idea de qué es lo que ocurre en la zona.

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