Hace unos días, se publicó en las redes un video en el cual se podía observar un individuo en un separador, portando en una mano un recipiente con agua jabonosa y un cepillo para limpiar vidrios. En la otra, un inmenso cuchillo que rápidamente escondió en la parte posterior de la cintura.

Las imágenes tuvieron alto impacto, toda vez que el original fue alterado para incluirle una dirección de nuestra ciudad.

En pocas horas y luego de decenas de comentarios de la ciudadanía reclamando seguridad, se estableció que lo publicado no ocurrió en Cúcuta.

Pasados dos días del relato, una persona de sexo femenino que manejaba un vehículo por la Calle 15 entre Avenidas 0 y 1, denunció a través de las redes que fue objeto de amenazas por parte de una persona que deriva su sustento limpiando vidrios a los automotores, quien molesta por no recibir dinero, pretendía lanzar un líquido a la cara de la asustada conductora.

El problema debe evaluarse desde diferentes puntos de vista, puesto que la inesperada llegada de la pandemia, cambió diametralmente las costumbres del mundo y nuestra ciudad no es la excepción.

Sumado a lo anterior, la dramática crisis del país vecino, nadando en la incertidumbre y la desesperación, sin la menor posibilidad de mejorar y de ahí que muchos jóvenes prefirieron quedarse, algunos para trabajar honestamente y otros para dedicarse a delinquir, sembrando terror en varios sectores, a cualquier hora del día y en ese grupo hay algunos que aparentan ser humildes personas, cuando en realidad son verdaderos hampones.

Por otra parte, no es entendible que una de las intersecciones de mayor tráfico promedio diario, no esté en el radar de la autoridad uniformada, habida cuenta que ese y otros neurálgicos sitios, son parte de sus rutas de vigilancia ya sea en camionetas o motocicletas, motivo por el cual, no es justo que siga reinando el terrorismo disfrazado de necesidad.

Considero que la dependencia de la administración municipal responsable de la seguridad ciudadana, debe sugerir trabajos de inteligencia contra la acción delictiva, puesto que a estas alturas existen muy pocas probabilidades de instaurar denuncias en sitios donde presuntamente hay mayor riesgo de infectarse.

No creo que sea necesario expedir un manual, para combatir este tipo de delitos menores que crecen en número y nivel de amenaza, porque ningún conductor tiene la culpa de lo que sucede en otro país y mucho menos de las consecuencias que trae consigo el fatal Coronavirus y por lo tanto es urgente controlar a esos limpiavidrios agresivos.