El pasado 3 de mayo, el gremio conocido como la “mancha amarilla” o los “caballeros amarillos” midieron el pulso a la administración, bloqueando las principales intersecciones vehiculares y lo lograron.
Apenas salía el sol, muy juiciosos se repartieron los puntos más críticos, atravesando sus vehículos en las vías o saturando los carriles. Tan organizados estaban, que pude ver la forma en que permitían el paso a las ambulancias, aunque a decir verdad, ese servicio está tan desprestigiado, que son pocas las personas que atienden sus sirenas, puesto que ya es común verlas por todas partes sin heridos a bordo. Puro ruido y engaño.
Por su parte, los funcionarios responsables de la movilidad, Área Metropolitana y “consejeros” del alcalde, así no tengan experiencia en ese y otros temas, fue poco o nada lo que aportaron o pudieron evitar, si tan solo hubiesen invitado a los representantes de dicho sector, para escuchar sus justos reclamos.
Podemos presentar cientos de ejemplos sobre las consecuencias del paro de conductores y propietarios de taxis, aunque es preciso reiterar que todo se hubiese evitado como quiera que la causa principal, se enfoca hacia la permisividad de la autoridad operativa frente a la informalidad. Inicialmente, vehículos tipo taxi individual prestando servicio colectivo y ahora, transporte colectivo en vehículos de servicio particular con matrícula nacional y extranjera.
Lo anterior, sin contar con los mototaxis que hacen la gran feria del abuso en los barrios marginales, como quiera que cobran hasta siete mil pesos por transportar una persona del sector donde habitan, hasta el sitio por donde pasan las rutas de servicio público tipo bus o buseta, que entre otras, son pocas las empresas que las cumplen con rigurosidad los horarios y rutas autorizadas.
Es cuando la agremiación se llena de razones, para reclamar lo que no solo es costumbre sino que además aumenta diariamente, toda vez que la informalidad es un tema que ningún candidato se atreve a incluir en sus planes de gobierno, porque es esa misma manera de transporte ilegal, la que presuntamente se convierte en una de las herramientas más importantes el día de elecciones, para movilizar electores.
La pregunta de fondo sería: ¿Pudo evitarse ese bloqueo? A mi modo de sí. Los líderes visibles de la propuesta anunciaron con suficiente tiempo su intención y además, publicaron su plan de acción, dado que tenía metas, estrategias y responsables, total que no entiendo por qué esperaron a que sucediera.
En conclusión, es hora de que los problemas de movilidad sean revisados con seriedad, y aún más cuando hay una profunda sensibilidad por parte de la ciudadanía. La fuerza pública fue muy prudente y merece reconocimiento. Recomiendo atender y evaluar con seriedad el pliego de los caballeros amarillos, ganadores del pulso ante a las autoridades municipal y metropolitana, azotados por muchos años con los mismos problemas.