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Los corruptos se ríen
Políticos y funcionarios públicos que dependen de éstos devoran el erario día a día.
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Jueves, 8 de Noviembre de 2018

Uno no sabe si todo el alboroto en el Congreso de la República y en el palacio de Nariño en razón de la preparación de leyes y decretos para combatir la corrupción obedece a algo serio o es una pantomima. Porque, entre las múltiples prácticas de la corrupción lo cierto es que continúan las de los parlamentarios, diputados y concejales de pedirles a los empleados que tienen en el gobierno bajo su recomendación, contribuciones y parte del sueldo para sus campañas y compromisos.

Nada ha cambiado, ni cambia, ni cambiará. Políticos y funcionarios públicos que dependen de éstos devoran el erario día a día. Todos están engrudados en algún torcido.La impunidad está de su parte.

Lo de la contratación transparente se volvió un chiste: dicen que consiste en poner el contrato a contraluz y se lee del otro lado el nombre del contratista. Me llegaron informes de que cierto alcalde a quien le dediqué un artículo elogiándolo por su rectitud y presentándolo como ejemplar, no es el tal: la corrupción en los contratos no ha desaparecido en su ciudad, solo que el hombre lo sabe hacer muy bien.

Se equivoca uno con ciertos personajes a los que cree honrados y los exalta. Temo contarles a mis nietos tantas porquerías porque, al sentir asco desde muy temprano, pueden formarse un concepto errado de lo que significan democracia, gobierno y representantes del pueblo,  y entonces empiezan su apatía y su rechazo y más tarde serán abstencionistas. 

Hay mandos o subalternos que son solapados tumbadores. Por ejemplo, los encargados de alguna misión se embolsillan la plata que les dan para los gastos del personal. No menciono los casos y no doy detalles de su mezquino proceder porque me pidieron que no revelara nombres. 

En Bogotá pueden estar redactando estatutos, sacándose los ojos para encontrar las fórmulas antisépticas y lanzando proclamas y ultimátums a los corruptos, mientras aquí éstos siguen con sus malas mañas y burlándose de los majaderos que creen que los van a acabar. 

He oído decir, en nuestro lenguaje nortesantandereano, que las tales agendas anticorrupción son puras tochadas. 

Yo no sé en otros lados, pero los corruptos de aquí están que se revientan de la risa.

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