Colombia está viva. Respira. Colombia tiene a James. A Cuadrado. A ‘La roca’ Sánchez. A una afición y a todo un país por detrás que empujaron para que su equipo, su fantástico equipo, recobrase el pulso y recordase a todos que está en Chile para pelear con los mejores, para derrotarles, para desesperarles.
Así empieza la crónica de Aritz Gabilondo en el diario AS de España, un día después que la selección colombiana de futbol derrotara a Brasil en la Copa América 2015.
Ello ocurrió cuando la confianza perdida luego del primer partido, retornó a muchos que, incluso llegaron a apostar por la derrota colombiana frente a los pentacampeones del mundo.
El primer partido en cierta forma frustró a los seguidores del equipo de Pekerman y no le perdonaban que pusiera en la titular a jugadores que no actuaban en sus equipos.
No obstante, en el segundo partido el técnico persistió en su necedad y se la jugó con la nómina que conoce y maneja, la misma que en otras oportunidades le ha dado buenos resultados y otra vez le sonó la flauta, porque ese equipo desesperó y superó a Brasil.
Jugada la segunda fecha en su totalidad del grupo en el cual está incluida Colombia, todos quedaron con las mismas posibilidades de pasar a la siguiente fase del campeonato, con tres puntos cada una de las selecciones, todas mantienen viva esa esperanza.
Hoy cuando salten a la cancha para enfrentar a Perú los dirigidos por Don José, de nuevo tendrán el aliento de toda la afición de nuestro país que sigue con interés este torneo.
Ese tipo de hechos le hacen bien al país y le sirven de bálsamo entre tantas y variadas situaciones que se repiten como un sinfín.
Los atentados contra la infraestructura petrolera ocurren aquí en el Catatumbo y en el sur del país. Con ello el daño ecológico crece y agotan las fuentes de agua para la población. La energía eléctrica es cortada porque de nuevo fueron derribadas torres de energía y un número de ciudadanos inermes se queda sin el suministro de este servicio.
La madre tierra gime, como lo ha dicho el Papa, ante tanta agresión sin medida. El medio ambiente se resiente y se menguan las probabilidades de vida para las plantas y los seres vivos que son víctimas del montón de porquería que seguimos acumulando gracias a esos hechos que atentan contra todos.
No pasa nada nuevo que nos haga pensar que la pesadilla habrá de terminar pronto. En este aspecto también el desánimo cunde entre los colombianos que no ven cercano el momento en que culminen con buenos resultados las conversaciones de la Habana. Se necesita por tanto de una victoria, un gesto de paz que haga recobrar la confianza en un proceso que se dilata en el tiempo. Los goles de la paz serían mucho más que un bálsamo para este país, porque servirían para volver a creer y crecer.