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Mirada de retorno
La idea es sembrar vida con un corazón depurado, con el propósito cariñoso de ser pioneros de una vocación humanista sublime.
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Lunes, 9 de Diciembre de 2019

Las instituciones sociales, la autoridad, la madurez, la decencia, se están deformando, de tal manera, que ya no hay un elemento conector con la sabiduría, ni con el fundamento de una ética planeada para ser un maravilloso encuentro de humanos y convivir en armonía.  

A quienes nos interesa en estos tiempos la espiritualidad (minoría), nos queda el recurso de soñar con una misión concebida desde la libertad responsable, nutrida de la sensatez, con la visión pasada de los primeros rasgos del alma. 

Se trata de que la humanidad no viva el correr de los años de una manera superficial, sino construya un ambiente de dignidad para crecer juntos, los unos con los otros, en medio de una consciencia de respeto del orden que asegure, generación tras generación, una evolución equilibrada.

Es como retornar al ritmo universal, con un hábito de reverencia por las escalas de valores que era necesario superar antes de emprender nuevas jornadas, para aprender a ser buenos con nosotros mismos, con la propia naturaleza y con el prójimo, para plantar una huella de paz.  

Porque, además, no somos fragmento, sino parte de una unidad suprema, de una réplica de la majestuosidad divina, la cual se nos ha otorgado sin otra exigencia que la de corresponder con hidalguía a semejante bondad.

La idea es sembrar vida con un corazón depurado, con el propósito cariñoso de ser pioneros de una vocación humanista sublime, con el esplendor mágico que nos induzca a mezclar, en un crisol noble, la esperanza.

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