Hasta el año 1993, aproximadamente, se acarició la idea de erigir el departamento Caro o departamento del Catatumbo. No se volvió a hablar del proyecto y quedó sepultado parece que para siempre. El nuevo departamento lo constituirían once municipios de la antigua provincia de Ocaña, doce del Cesar y cinco de Bolívar.
Ahora tomó importancia el Catatumbo porque virtualmente – y no lo ocultemos – es una zona independiente de Norte de Santander, en donde cuadrillas comunistas como las autodenominadas “Fuerzas Revolucionarias de Colombia”, conocidas como Farc, principalmente, y el que se autoproclama como “Ejército de liberación nacional” o Eln, de segundo, más otras agrupaciones criminales sin ideología pero ligadas como aquellas al narcotráfico, mandan sin oposición alguna. Sin su permiso, ni particular ni autoridad legítima entran allí.
Menos Sardinata, los demás municipios que componen la región catatumbera, pertenecen a la provincia de Ocaña, a saber, El Carmen, La Playa de Belén, El Tarra, Ocaña, Ábrego, San Calixto, Teorama, Hacarí, Convención y Tibú. Hay unos municipios más candela que otros. Puede decirse que Ocaña, La Playa y Ábrego son los menos “candelosos” (críticos, problemáticos, álgidos, dirían los amigos de los eufemismos).
La región suma una extensión de 11.656,22 kilómetros cuadrados, superior a países como Jamaica, Kosovo, Chipre, Gambia, Las Bahamas, El Líbano, Montenegro, Puerto Rico y Catar, poco menos que Kuwait y el doble de Trinidad y Tobago. El Catatumbo corresponde al 54% de la superficie de nuestro departamento que abarca 21.648 kilómetros cuadrados.
Todo el Norte de Santander alberga 1.367.716 habitantes; el Catatumbo, 286.289.
En términos claros, si el Catatumbo se emancipa, Norte de Santander pasaría a figurar, de los treinta y dos, entre los siete departamentos más pequeños de Colombia después de estar entre los veinticuatro más extensos. No está lejos que el nuevo ente político se llamara Departamento Bolivariano del Catatumbo, con el auspicio y regocijo del régimen de Nicolás Maduro. Suena un tanto remoto lo de república independiente.
La realidad es que hoy en día esa porción de la patria está perdida. Perdida para Colombia, digo. Perdida la autoridad, perdida la legitimidad. Sobran los estudios y diagnósticos. (A propósito, véase el artículo de La Opinión, Cúcuta, domingo 12 de junio de 2016, página 10 A, escrito por Jorge Mario Eastman Robledo, del Instituto de Ciencia Política ´Hernán Echavarría Olózaga´, director de investigación del estudio “Una apuesta por la competitividad del Catatumbo”).
Por supuesto que, el ignorar esa humilde población y esas ricas tierras con yacimientos de petróleo y que pueden abundar en ganadería, pesca, cacao, maíz, plátano, yuca, palma africana y frutales, fue el origen del desorden que hoy reina allí. Yo he contado en otras croniquillas cómo por la década del 70 del siglo pasado al doctor Argelino Durán Quintero se le volteó para el comunismo su mejor capitán en El Tarra, Carmito. El hijo de éste es actualmente uno de los enardecidos líderes rebeldes del Catatumbo. La catástrofe se anunció y en lugar de atender a las gentes los políticos optaron por no volver. Volver era un suicidio.
Ahora, ¿quién - que no sea Salud Hernández-Mora - querrá ir por allá? ¿Quién se le apunta a la rifa de un viaje al Catatumbo? (Conste que yo sí lo conocí y navegué por su hermoso río y comí el exquisito pescado paletón).
¡Qué pena que así venga a cumplirse el sueño de pacíficos hijos de la provincia de Ocaña!