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Nivelando por lo bajo
En un régimen democrático los ciudadanos tienen muchas maneras de expresarse incluyendo las manifestaciones, pero por ello las asonadas y el bandidaje deben ser reprimidos.
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Sábado, 17 de Julio de 2021

No es lo mismo un levantamiento popular contra una dictadura que asonadas contra una democracia liberal, pero así lo está vendiendo el mamertismo nacional e internacional a raíz de los levantamientos sociales en Cuba. Para empezar, en un estado policiaco como Cuba o como Venezuela, el régimen tiene vigilancia permanente sobre los ciudadanos, mediante informantes y milicianos, por eso cuando un levantamiento popular se da es porque la desesperación es incontrolable, a pesar de saber que se van a encontrar con una represión brutal, donde las desapariciones y muertes serán masivas. Y a la dictadura no le importa ese tema “burgués” de los derechos humanos; el único que tiene derecho a vivir es el régimen dictatorial, al grito de defenderemos la revolución a muerte, con la muerte de los que se opongan.

En un régimen democrático los ciudadanos tienen muchas maneras de expresarse incluyendo las manifestaciones, pero por ello las asonadas y el bandidaje deben ser reprimidos. Pero los mamertos igualan dictadura y democracia. La CIDH no se va a pronunciar en el caso de Cuba por su sesgo ideológico, pues ellos comparten este concepto amoral en el tipo de sociedad.

Y esta nivelación por lo bajo entre democracia y dictadura sustenta el argumento falaz que es igual de condenable el uso legítimo de las armas contra un delincuente, como el del crimen cometido por ese delincuente. Todo régimen político diferente a la democracia eleva a grado de delito no estar de acuerdo con el régimen, y por eso las democracias latinoamericanas están hoy en riesgo por el “trabajo crónico del régimen cubano” de exportar la revolución, mediante la mezcla de la propaganda y el terror, y el uso de supuestos “bajos”, como igualar una democracia a una dictadura.

Para el mamertismo, sus agentes activos y los muchos pasivos idiotas útiles es lo mismo la represión en Paris contra los manifestantes alborotados, que las que se llevan a cabo en Kiev, Ucrania, por un gobierno autocrático, ilegítimamente constituido; es lo mismo la represión en Washington contra los excesos de los seguidores de “black lives matter” como la que lleva a cabo China en Hong Kong, “eliminando” a los adversarios políticos; y es lo mismo reprimir en Colombia las asonadas organizadas por la izquierda para desestabilizar al gobierno que los ataques a bala de los combos contra la dictadura madurista. 

Los cubanos están solos en su lucha. Lo doloroso es que el cubano, sometido por seis décadas de oprobiosa dictadura, está tan de malas que se levanta cuando Estados Unidos, la democracia líder cayó otra vez en manos de la izquierda demócrata, lo que se refleja en la política del apaciguamiento, que buscará un diálogo inerte y a favor del régimen, entre los manifestantes y el “gobierno”, tiempo que el régimen usará para impulsar mayor represión. Ya lo vimos en Venezuela. 

Y tampoco cuentan con los organismos multilaterales de derechos humanos, pues muchos de sus burócratas aún tienen afiches de Fidel Castro y el Che Guevara, a quienes consideran próceres latinoamericanos, e igualan para ello por lo bajo a Bolívar y Santander, creadores de naciones y no como los primeros, fundadores de dictaduras miserables. La burocracia internacional de Naciones Unidas solo está para condenar democracias, y naturalmente, vivir de ellas, pues dictaduras como Cuba no hacen ningún aporte a esos entes, solo los usan.

Nivelar por lo bajo será el nuevo axioma para “entender” lo de Cuba y ya todos los columnistas y caricaturistas mamertos alistan sus lápices para condenar a Colombia y a Cuba, o no condenar a Colombia ni a Cuba, porque lo que hay dejar en el imaginario es que una dictadura es igual a una democracia, y que ésta última siempre debe defenderse amarrada de pies y manos, como hacían las farc con sus secuestrados, para los cuales un pro régimen cubano como el parlamentario farc Lozada aún no ha sentido la “necesidad” de pedir perdón.

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