Es el mensaje que le envía la gente de la ciudad al Gobierno nacional sobre la situación de la economía en la región después de la sesión en el concejo municipal en días pasados. Y es eso, la gente de la ciudad no aguanta más. Después de varios meses de cierre de la frontera cada día se hacen esfuerzos para reabrirla, y hoy en día son preocupantes las cifras de venezolanos que podrían llegar a la ciudad y a la región huyendo de la crisis del vecino país. Ya el gobernador de Arauca señalaba por estos días que ante la eventualidad de la apertura de la frontera, la cantidad de venezolanos y colombianos que emigraron hace muchos años y que regresarían a la región, generaría una emergencia económica y social inmanejable, casi que una crisis humanitaria. Hoy en día el principal obstáculo que tiene la paz en Colombia es la desaceleración económica.

Al presidente Santos hay que reconocerle su persistencia y esfuerzo que ha hecho en los últimos años para pacificar el país, pero contrariamente, hay que cuestionarlo y criticarlo por el manejo económico en la finanzas de la nación, al punto, el tema es tan grave, que el deterioro de la economía puede colocar en riesgo el éxito del proceso de paz. Y mientras la situación de las fronteras día a día se agrava por la crisis del vecino país, Santos, que en el tema de la economía parece que viviera en otro país, sigue diciéndole al mundo en foros internacionales lo que no es cierto: que una vez se firme la paz el producto interno del país crecerá inmediatamente; Las universidades de los Andes y la Sabana acaban de publicar unos estudios serios y juiciosos que desmienten la afirmación del presidente.

Mientras el Gobierno sigue en su empeño por la paz, no ha podido solucionar un paro camionero que va a completar un mes y que está llevando a un encarecimiento de la canasta familiar en varias ciudades. Y mientras todo esto sucede, expertos analizan las medidas que en deben tomar en la próxima reforma tributaria. Mejor dicho, si aquí no aguantamos más, y nos falta que reabran la frontera y nos llegue cantidad de desesperados inmigrantes del vecino país, más la reforma tributaria que vendrá, esta ya no sería una crisis social y económica, sino que literalmente la ciudad y la región se convertirían en una bomba social. Así no habría ninguna paz posible, pues no hay paz con desempleo del 17%, informalidad del 70%, más la reforma tributaria que se viene encima. La economía se puede llevar por los cachos el tema de la paz.

En la reunión del concejo municipal, oportuna e importante, en la que para mayor preocupación para la ciudad únicamente asistió el senador Juan Manuel Corzo, hubo un mensaje incoherente y equivocado: que el problema, más que tomar medidas económicas para la ciudad, debían era implementarse los esfuerzos para mejorar la seguridad. Desde luego que lo uno va con lo otro, y si la economía va mal pues la seguridad no puede estar bien; aquí sí debería hacerse ese frente común para que se elimine por un tiempo el IVA para algunos productos que se comercializan en la ciudad, como ya sucediera en alguna ocasión y que dio lugar a una reactivación económica evidente para los comerciantes de la Cúcuta en su momento, y en ese esfuerzo es que el concejo municipal debe continuar para hacerle entender a Santos, que lo de la paz está bien, pero que la economía va mal, y que ya no aguantamos más, al punto que si la economía aquí sigue mal, difícilmente habrá paz .