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No dejes pasar el tiempo, sin amar
Las personas quieren servir más al trabajo que a sus familias, pasan horas de más en la oficina, robando tiempo de calidad a sus seres queridos que tanto lo necesitan.
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Sábado, 5 de Mayo de 2018

Los hijos son la prolongación de la existencia, reza la hermosa canción: “El Camino de la Vida”, del maestro Héctor Ochoa y escogida como canción del siglo XX en Colombia. Sin embargo, no es hasta que uno de ellos te hace abuelo que verdaderamente toma sentido la frase en todo su esplendor. Mi hijo Joaquín, me ha regalado la fortuna de ser el orgulloso abuelo de mi primera nieta, la princesa Valentina. Cuando la tomas entre los brazos, sientes una mezcla de ternura, alegría y nerviosismo indescriptibles, pero puedes ver en su rostro la maravilla de la creación y la vida. 

El mágico instante en el que la tomas te hace sentir que todo en tu vida, bueno o malo, ha valido la pena. Es que vamos por el mundo dejándonos arrastrar por el día a día, asumiendo y asumiendo responsabilidades por ser parte de nuestro desarrollo personal, y sin darnos cuenta descuidamos la mejor parte. Nuestra vida debe ser muy sencilla, amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestra familia, lo demás que espere.

Las personas quieren servir más al trabajo que a sus familias, pasan horas de más en la oficina, robando tiempo de calidad a sus seres queridos que tanto lo necesitan. Ser productivo no es demorarse más o estar más en un escritorio, es ser efectivo y oportuno en lo que es su responsabilidad. Conozco personas que pasan horas y horas en un escritorio y no producen nada,  es un tema de compromiso y responsabilidad.

Debemos trabajar para conseguir el sustento de nuestra familia, pero lo uno no implica que descuidemos lo otro.  Cuando un trabajo nos absorbe de tal manera que descuidamos nuestro hogar, pienso que es hora de dejarlo ir, pues la razón por la que trabajamos es nuestra familia. La familia es nuestra principal empresa y a ella nos debemos, pues al final del día es la que hace que todo valga la pena.

El tierno abrazo de un hijo, la sonrisa inesperada de una nieta, el compartir juntos no tiene precio, por ello no podemos descuidar lo más importante, pues el tiempo pasa y no da marcha atrás. De nada sirve lamentarse de lo que pudo haber sido y no fué. Vive el ahora, disfrútalo junto a los tuyos, haz que valga pena.

Hoy quiero animarte a que dejes de pensar por un instante en lo rutinario y tomes tiempo para tu familia, no necesariamente debe implicar un gasto. Hemos perdido la importancia de estar cerca, los medios de comunicación tan modernos nos han apartado. Las personas no hablan, se escriben. Impersonalizamos la relaciones personales. Padres e hijos se sientan a la mesa y chatean con otros que no están presentes, dejando de compartir con los que si están.

La vida vale la pena, solo tienes que vivirla de la manera correcta. Siempre tendrás desavenencias, eso es normal, pero saldrás airoso si lo haces junto a tu familia.  No pierdas más tiempo y juégatela por ellos, son tu regalo divino.  Para que vivas una vida llena de bendiciones. No dejes pasar el tiempo, sin amar.

 

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