Los agentes de la multinacional narcoguerrillera que convirtieron el Catatumbo en republiqueta propia y que atacan desde una frontera hostil, nos están matando con terrorismo y “acciones populares” de “control” de movilidad en el “paro nacional”, en ese lenguaje izquierdista que se apoderó del país político.
Acciones terroristas directas contra la brigada 30 y contra el helicóptero presidencial son solo el principio de una escalada que tiene varios objetivos. El primero, como es obvio, es sembrar terror en el territorio; el terror es el mecanismo más conocido para mostrar fuerza, sin que ésta realmente exista. Pero hay un segundo objetivo, más ladino y más dañino, que es separar a la autoridad y a las fuerzas de seguridad y militares del “pueblo”, pues las acciones terroristas solo se enfocan contra el “enemigo” de la multinacional criminal y el “pueblo”: el gobierno legítimamente constituido y sus autoridades. Y para eso cuentan con el concurso entusiasta de periodistas, opinadores, académicos e incluso funcionarios públicos que manejan con propiedad ese lenguaje del “pueblo resistiendo” o de “dignidad popular” o de “estado popular”, que es el respaldo ideológico de la multinacional del crimen. ¡Ah, y obvio!, de la paz santista.
Ya vimos como en Bogotá se declaró objetivo “político-militar” el sistema de transporte masivo de Transmilenio, porque “colabora” con las fuerzas de policía. En el Catatumbo y el Sarare es una política guerrillera de vieja data matar a población civil, incluso menores de edad por “colaboración con el enemigo”, y eso incluye venderles comida y agua a policías y militares, transportarlos, o enamorarse de ellos, así sean niñas de quince años. Es más, muchos crímenes pasionales, que son impunes en el nombre de la paz se han cometido bajo la “acusación de colaboracionismo”.
Y quienes crean, porque la idea se las vende “progresistas” de la prensa, o bodegas de redes virtuales o simplemente porque “yo no soy parte del conflicto”, que el terrorismo es contra el “estado enemigo”, solo es cuestión de tiempo para que el “colaboracionismo” se extienda con la extorsión y el narcotráfico, y los atentados se inicien contra otras instituciones “enemigas”, como sedes bancarias, centros comerciales, y otros.
Cúcuta es objetivo político-militar de la multinacional narcoguerillera y por eso nos están matando. Matan también nuestra débil base económica, porque en la medida que Cúcuta se haga una “ciudad peligrosa” la inversión económica y las empresas huirán de la región, dejando a nuestros jóvenes ideologizados por la educación de fecode, como cantera de “milicianos” de la multinacional. Nos están matando el futuro, destruyendo también nuestra juventud.
Y se aprovechan de la debilidad regional en lo político y lo social para atacar. El gobierno de Santos regaló el Catatumbo a sus nuevos mejores amigos, que hoy, ¡oh, sorpresa!, son los enemigos del estado, y el gobierno Duque en aras del “humanitarismo” dejó la frontera inerme a la diáspora venezolana, en la cual se “infiltraron” enemigos del estado colombiano financiados por la multinacional del crimen. El no tener una visión de ciudad-región ni de su desarrollo, nos condenó a soportar inermes las medidas del gobierno nacional, y a hundirnos en la cada vez más triste política regional, sin que el sector privado tampoco proponga algo distinto. Y ni hablar de cohesión social como un propósito común, porque como ya sabemos lo “social” es lo que apoya ideológicamente a la multinacional narcoguerrillera.
¿Soluciones? Usualmente el terrorismo se enfrenta con fuerzas de seguridad e inteligencia, y con desarrollo. Colombia siempre ha optado por la primera y cada vez abandona más la segunda en políticas sociales asistencialistas, crecimiento del estado y política fiscal depredadora. ¿Y las regiones? Aisladas en sus problemas, cuando no, como en Cúcuta, hundidas en sus miserias aldeanas, buscan alguna forma de supervivencia cada vez más difícil. Gaviria con su Constitución del 91 dijo “bienvenidos al futuro”. Ya llegamos, ¿cómo les parece? Quien iba a pensar que en el futuro no estarían matando.
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