He seguido con atención, y con tristeza, la serie televisiva sobre la vida de uno de nuestros más grandes próceres, don Antonio Nariño, un bogotano que estuvo a punto, si no hubiera sido por la envidia y la traición, de ser el libertador de Colombia y su primer presidente. Pero pudieron más los celos de sus malquerientes, que lo hicieron poner preso, desterrarlo y condenarlo a infames penas de prisión, desgracias que lo hicieron bautizar como ‘’el hombre de las dificultades’’.
Lo más asombroso de la historia es que los hechos parecen haber ocurrido ayer y no hace casi 200 años. Muchos de los acontecimientos, que ojalá hayan penetrado en la conciencia de bastantes colombianos de hoy, se están repitiendo como si fueran el segundo capítulo de una historia del absurdo que hubiera ocurrido en otro planeta. Peor que eso: son la repetición de vergonzoso capítulo de nuestro pasado: la llamada ‘’Patria boba’’ cuando los llamados patriotas, los padres de la patria, se dedicaron a pelear entre ellos mientras el enemigo común, los españoles estaba en la puerta, con miras a la reconquista, al cabo de la cual fueron fusilados, por igual todos, centralistas y federalistas. Pudo más la enfermedad nacional, la envidia, que la lógica obligación de unirse para evitar al verdugo.
Así estamos ahora. El liberalismo está dividido en varios grupos, derrochando el dinero y sus antiguas mayorías, que hoy se reparten entre varios partiditos. El conservatismo corre igual suerte. La izquierda es un chiste, incluyendo la vieja guerrilla. Solo la extrema derecha sabe para dónde va o quiere ir. La situación es tan insólita que ha aparecido medio centenar de candidatos a la Presidencia, incluyendo anacrónico exprocurador que quemaba libros y parlanchina dama a la que no se le puede soltar un micrófono. Y un exministro que no supo agradecer la generosidad presidencial, que lo ascendió de viceministro a embajador en Washington. Cría cuervos, decían los viejos….
Algunos piden más mano fuerte, porque no saben de qué se trata: fue la que apretó a los patriotas y les mostró lo que es un gobierno dictatorial. Aquí lo hubo en la década del cincuenta y los partidos tuvieron que unirse para volver a la democracia. Con mucha habilidad los enemigos de la democracia han convencido a mucha gente que lo mejor es la derecha dictatorial en lugar del inepto comunismo de Maduro. Pero lo mejor no es un sector político que cerraría periódicos y nos llevaría de regreso a un pasado que muchos creíamos que no volvería. Ni tampoco sería bueno un chofer de presidente. GPT
