Mientras en Colombia seguimos en paros y protestas, observando las calles atiborradas de gentes sin tapabocas para poder gritar, en medio de hospitales al tope de enfermos con covid-19, y con una economía fracturada que todos los días cierra plazas de empleo e incrementa la pobreza, en el mundo el panorama no es menos desolador: los contagios crecen, las muertes también, y la economía destrozada pasa toda clase de facturas a una sociedad llena de desesperanza e impotencia.
Quienes tienen el poder económico para adquirir las vacunas, están saliendo al otro lado, como Estados Unidos, Canadá, Israel, Rusia y China, en donde la inmunización avanza y con ella las cifras de la economía mejoran significativamente, al contemplarse mayor empleo y mejoras sustanciales en el crecimiento económico.
El tema que se discute ahora es el de la inequidad mundial, que siempre ha existido por el abismo entre países ricos y pobres, éstos últimos la inmensa mayoría, que tienen que pagar con vidas y pobreza la falta de oportunidades para poder subsistir.
Y con estos apuros, vemos también los oportunismos, que terminan haciendo una fiesta en medio del dolor y la muerte: las farmacéuticas han mejorado su estado de caja y sus acciones se han visto multiplicadas en precio en los mercados internacionales, y Rusia y China, ahora aprovechan su condición de fabricantes, para sacar ventajas en el escenario político internacional, ofreciendo ayudas a quienes consideran aliados.
Por otro lado, los laboratorios de otros países, se encuentran jugando en un mercado lleno de demanda, para firmar toda clase de contratos al mejor postor, llegando a incumplir los compromisos ya pactados.
Este es un escenario atroz; es claro que las farmacéuticas tienen que costear la investigación que hicieron, y también tienen que derivar una utilidad razonable, pero de ahí a aprovecharse desmedidamente de esta horrenda situación que vive el mundo, con cientos de muertes por hora, la India registra 4000 diarias, derivadas por la acción devastadora del virus, es sin duda una escena macabra, ausente de elementos esenciales como la solidaridad, la fraternidad y el amparo.
El presidente Biden acaba de plantear la eliminación de las patentes, y este es un tema que, ante las circunstancias, requiere la mayor premura para su materialización. Los laboratorios ya han ganado suficiente y no es justo que ahora pasen a exhibir el canibalismo económico para enriquecerse aún más, antes que la premisa de salvar vidas.
Ojalá la ONU entre con toda claridad a promover el tema, pues su solución constituye realmente una urgencia manifiesta. No mas muertos, no mas desempleo, pobreza y caos.
Apostilla: Me dice un médico, que lamenta contemplar a esos cientos de muchachos en las calles protestando sin tapabocas, pues se van a contaminar. A ellos seguramente no les pasará nada por su juventud, pero llegarán a sus casas a contaminar a sus mayores, y es probable que ellos encuentren la muerte.