La opinión pública ha tenido suficiente información relacionada con los sucesos violentos ocurridos en Bogotá, en particular sobre el tipo de arma que fue utilizada por uniformados de la Policía Nacional, en donde presuntamente hicieron uso excesivo de la fuerza, utilizando pistolas Taser.
Las imágenes publicadas, colmaron la copa de muchas personas que indignadas, protestaban por la forma en que se ejercía la autoridad, aunque para mi concepto, son pocos los integrantes de la institución que conocen los efectos que su mala utilización puede causar en sus objetivos.
Las pistolas Taser, no son nada novedosas, puesto que su origen comercial data desde 1974, cuando el gobierno americano decidió sustituir los revólveres calibre 38, dado su mortal resultado en situaciones en las que no ameritaban armas de fuego. Su creador fue Thomas A. Swift’s Electric Rifle, de ahí su acrónimo. A la fecha han pasado los modelos C2, X26, M26, X2 y el fusil X12.
En Colombia se ha distribuido el modelo X2, aclarando que el principio de accionamiento es el mismo. Un artículo publicado en el año 2013 “Armas eléctricas: ¿qué sabemos? ¿qué ignoramos?, fue indexado en la revista científica Cuad Med Forense. Sus autores, de origen español, Antonio Aguilar Pallares y otros, pertenecen al Instituto de Medicina Legal de Cataluña - Barcelona (España).
El documento tiene alta profundidad científica y sus conclusiones nos dejan varias inquietudes. “La bibliografía revisada por los autores pone en duda si la utilización de este tipo de armas es inocua. Existen factores de riesgo potencial (cardiopatía previa, estado de intoxicación, etc.) que pueden ser desconocidos por parte de la policía en el momento de su utilización, y que pueden poner en peligro la vida de la persona que recibe la descarga.
En este sentido, parecería adecuado que no se realizaran nunca descargas en la zona torácica, y que éstas no fueran repetitivas ni prolongadas.”
No pienso hacer un comparativo con los hallazgos de la necropsia realizada al ciudadano que perdió a vida, pero me llama poderosamente la atención si el entrenamiento para el uso de las Taser, se orienta tan solo a la forma de activar los dardos, la manera de recargarlas y eventualmente, cuándo utilizarla.
Será que la capacitación a los patrulleros incluyó, aspectos relacionados con la anatomía humana, diferencia entre una extremidad y el tórax, órganos que pueden afectarse seriamente con más de una dosis de corriente, incidencia del paso de corriente producido por un Taser en el sistema circulatorio.
Son muchas las preguntas que se pueden desprender sobre la forma en que se deben utilizar las Taser, porque la falta del conocimiento de la anatomía humana, induce al uniformado a inmovilizar a la persona a como dé lugar, sin importar si el objetivo posee limitaciones de salud y si no las tiene, se las pueden generar.