Gracias, televisión. Sobre todo, por haber reemplazado las viejas bibliotecas en las que los estudiantes de mi generación estábamos obligados a buscar, en inmensos libros, la información para la tarea escolar o para la investigación de la historia. Las bibliotecas están ahora al alcance de la mano, sin necesidad de salir de la casa, de la oficina o de la alcoba. Y además, son instrumento para que los desadaptados, incluyendo en esa denominación a presidentes en ejercicio o en uso de buen retiro, puedan hacer oposición   y dedicarse a atacar a su más odiado enemigo. 

La tele, como le dicen los jóvenes, nos permite, gracias a canales de todo tipo,  enterarnos casi inmediatamente lo que está pasando u ocurrió en el convulsionado mundo en que vivimos. Sabemos, por eso, de manera instantánea, la pesadilla que están viviendo los venezolanos o la que vivieron los alemanes, los japoneses o los judíos que sufrieron la actuación de grupos de extrema derecha que están resucitando como lázaros de la Biblia. Gracias a uno de esos canales lo ocurrido en el mundo en el siglo 20 cuando un orate alemán desató guerra total que dejó como saldo final, la muerte de 60 millones de personas, la destrucción de varios países, la desaparición de tesoros milenarios y la ruina de muchas naciones que perdieron a sus generaciones jóvenes, incluyendo científicos y dirigentes y de la infraestructura vial y de todo tipo. Por ejemplo, Berlín quedó arruinado. 

Pero el mundo no aprende. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y como si lo ocurrido no fuera suficiente ejemplo de lo que no debe hacerse, han surgido seguidores del autor de la debacle, el señor Adolfo Hitler, un pintor de brocha gorda que por un capricho del destino se convirtió en el amo y señor de varias naciones y las llevó a la guerra. 

Aquí, donde somos expertos en imitar lo malo, ha aparecido grupo político que copia al nazismo en varias de sus tácticas: dicen mentiras, tergiversan la verdad, desprestigian a la democracia y han inventado un enemigo peligroso: el comunismo venezolano, que arruinó a su país y es incapaz de manejar una inmensa riqueza. Se ha inventado un mamarracho que se llama ‘’castrochavismo’’, que se parece, como dos gotas de agua, al sionismo que fue perseguido por Hitler como causante de todos los males. Esa es vieja táctica de la derecha: acusar a un fantasma de todos los males para cometer todo tipo de tropelías para asustar al ‘fantasma’’. Muchos han caído en la trampa y se han dedicado a perseguir al enemigo imaginario. Así fueron perseguidos los judíos por el profesor  Hitler. 

El final del cuento lo conocen los estudiosos. Pero el consejo para todos es que conozcan lo ocurrido en el siglo 20 cuando un loquito casi acaba con el mundo. GPT