La nonagenaria ambientalista inglesa Jane Goodall que anda por el mundo promoviendo sus ideas sobre el cambio climático y ambiental, ha llamado la atención en reciente visita a Bogotá, sobre la urgente necesidad que tenemos los seres humanos de adquirir conciencia sobre lo que estamos comprando; y no solo por la necesidad de nuestro planeta, sino por los requerimientos de nuestro propio organismo.
La sociedad de consumo transita a una velocidad sorprendente, en donde las empresas productoras, involucradas en una carrera contrarreloj, desenfrenada y delirante, mantienen al consumidor atento a comprar toda clase de productos, con el aliciente de nuevas ventajas o supuestos beneficios, sin tener en cuenta los perversos peligros que pueden tener detrás de sus etiquetas.
Lo que está ocurriendo es que estamos llenando el mundo de elementos contaminantes que están acabando con las fuentes de agua, infectando el aire, calentando el planeta, propiciando escenarios de enorme sequía, de cúmulo de aguas devastadoras, de presencia de corrientes huracanadas que todo lo destruyen o de llamas devoradoras que consumen los bosques y calcinan la fauna.
Goodallhabla de que cada persona que decide claudicar ante la lucha por la defensa del medio ambientesignifica estar un paso más cerca del desastre; y a ello podemos agregar que cada postura indiferente también lo es, pues no será posible acumular los esfuerzos necesarios que se requieren para afrontar el cambio climático.
Desgraciadamente, mucho de lo que compramos está atentando contra el ambiente global; el consumo humano de sustancias químicas, salidas más del laboratorio que de las fuentes alimenticias tradicionales, está atrofiandoel organismo humano y lo está llevando a que se aniquile en medio del cáncer, de los problemas cardiovasculares, de las deficiencias renales, de la destrucción de la epidermis y de las alteraciones mentales.
¿Qué compramos? Una excelente pregunta que nos hace la ambientalista Goodall, y sobre la cual tenemos que dedicar un espacio para reflexionar. Si continuamos pasando por encima de las advertencias y contemplando sólo beneficios de momento, sin atrevernos a quitar el disfraz de lo que se nos está ofreciendo, muy pronto el desastre llegará a tal grado de acumulación, en donde la muerte del ser humano, y también del planeta, será la etiqueta que nos tocará digerir.
Muchos son los sectores obligatoriamente convocados: el gobierno, los empresarios, los estamentos educativos, las organizaciones cívicas, pero por sobre todo, cada ser humano en particular; quien no tenga conciencia del estado de cosas, es un actor que promueve, muchas veces sin saberlo, el desastre que padecemos y el que está por venir. El que no produzca en condiciones dignas, deberá tener consecuencias, así como con toda seguridad las va a tener el que no consume bien.
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