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Qué vergüenza la Registraduria
Los intermediarios hacen de las suyas con la manipulación de las citas, podríamos llamarlos: “el cartel de las citas”.
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Martes, 28 de Noviembre de 2017

Toda persona desprevenida transitando por los alrededores de la Av. Gran Colombia en la ciudad de Cúcuta, donde funcionan las oficinas de la Registraduría Nacional del Estado Civil, se pregunta si están regalando plata o están repartiendo regalos viendo la  cantidad de gente  aglomerada en la entrada principal. 

Pero ¡no!, son usuarios urgidos de adelantar trámites relacionados con sus documentos de identificación, registros civiles y demás. En la era informática donde los trámites en todo sentido en el sector privado o público deben ser ágiles, en las oficinas en mención todo es un caos. 

Los intermediarios hacen de las suyas con la manipulación de las citas, podríamos llamarlos: “el cartel de las citas”. Es irónico que a la entrada de las oficinas haya carteles alusivos al tema, previniendo a los usuarios a  no utilizar intermediarios ni tramitadores, que es lo mismo. 

Que la atención no genera ningún costo. Nada más ridículo, absurdo y falso. Empezando por el costo en tiempo que invierten los “pobres” ciudadanos urgidos por su documento de identidad teniendo que pasar por las verdes y las maduras para una cita futura de dos y tres meses si tienen  la fortuna de atenderlos. 

De igual manera, ante la imposibilidad de los usuarios de entrar a la plataforma, esa si gratis, pero imposible de acceder cuando es al gratín, los tramitadores en  los negocios de internet que funcionan alrededor, entran con tal facilidad, siempre y cuando vaya la grasa pegada que oscila entre los 10, 20 y 30 mil  pesos, de acuerdo con la urgencia del paciente. 

Y dirán los funcionarios de la Registraduría, como excusa, además de guardar silencio por la vacuna,  que la avalancha de venezolanos que de alguna forma tienen derecho a la nacionalidad colombiana, son los causantes de la situación de emergencia que se vive. 

Tampoco es cierto, antes de la inmigración masiva de ciudadanos venezolanos el caos era casi igual, un poquito menos, pero igualmente desesperante, contrario a los lineamientos de la función pública de una atención ágil, eficaz y oportuna. Pero a ojo de buen cubero, dándoles el beneficio de la duda a los funcionarios que alegan que el caos lo generan los inmigrantes venezolanos, están en mora de implantar planes de contingencia para mitigar el impacto, de modo que separen la atención entre los nuevos usuarios y los antiguos que somos nosotros los colombianos más perjudicados por este maremoto. 

No es posible que  para una persona, cualquiera, que requiera un servicio público en una oficina del orden nacional tenga que soportar semejante viacrucis para el reconocimiento de su personalidad jurídica al dificultársele seriamente la adquisición de su documento de identificación. De las poquísimas oficinas públicas del orden nacional que se encuentran aún en la era arcaica,  indudablemente es la Registraduria Nacional del Estado Civil.

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