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¿Quién podrá defenderlos?
En  los estratos  1 y 2, que representan el 45 por ciento de la población,  el rubro que más subió fue el de  los alimentos (10.85%).
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Viernes, 19 de Febrero de 2016

Tras no llegarse a ningún acuerdo entre los delegados del gobierno y los representantes de  la clase trabajadora,   el presidente  Juan Manuel Santos fijó  por decreto  el salario mínimo mensual para este año  en $ 689.000, equivalente a 208 dólares. El ajuste es de 7 por ciento, cifra superior a la inflación del año anterior  (6.77%).

Dentro de este proceso constitucional de ajuste salarial, el primer mandatario decretó un incremento de 7.77 por ciento para los 1.1 millones de empleados públicos.

Al  exaltar la labor de los maestros  para llegar a ser  el país mejor educado en América Latina y resaltar que necesitamos profesores  mejor preparados, mejor remunerados y más admirados,  el presidente  les  autorizó    un reajuste salarial de 9.77 por ciento, tres puntos por encima de la inflación. La nómina anual para este sector pasó  de $ 13 billones a $ 14.3 billones. De acuerdo a la  proyección  oficial, se estima que en 2019  este sector tendrá un incremento de 12 puntos por encima del resto de trabajadores del sector público del país.

Pero  mientras  los docentes y empleados públicos   celebran tan merecido  reconocimiento,  los más de  1.7 millones de trabajadores que  dependen del salario mínimo cada vez se muestran más inconformes por el injusto trato  recibido por parte del gobierno. Y,  hay  suficiente razón, pues según el DANE, la inflación para los estratos bajos subió 7.26 por ciento, superior al reajuste recibido.

En  los estratos  1 y 2, que representan el 45 por ciento de la población,  el rubro que más subió fue el de  los alimentos (10.85%).  En  estos  estratos  los alimentos representan el 34 por ciento, mientras en los altos (10 % de la población),  apenas es el 18 por ciento.

Como se puede concluir, La inflación como resultado de la escasez,  la devaluación, el Fenómeno de El Niño, la baja en las exportaciones, especialmente del  petróleo, y la consecuente desaceleración, golpea más a los estratos bajos, por la composición  de  la canasta básica. Esta fue una de las razones para que la inflación no se siguiera calculando  por estratos, como durante  varios años se hizo, pues esto beneficiaba a la clase trabajadora a la hora de negociar el salario mínimo. Ahora lleva todas las de perder.

 Y  si se aplica el IVA  del 5 por ciento a los útiles escolares en la reforma tributaria, de acuerdo a la propuesta de la comisión de expertos,    la deserción estudiantil puede aumentar y muchos niños de los estratos bajos  no recibirán los beneficios   de la reforma educativa.

La pregunta que cobra fuerza es  ¿Ahora, quién podrá defenderlos?

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