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Realismo inevitable
Los recientes actos de violencia cometidos en varios puntos de la Nación han desencadenado todo tipo de reacciones por parte de la opinión pública.
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Sábado, 11 de Julio de 2015

Los recientes actos de violencia cometidos en varios puntos de la Nación han desencadenado todo tipo de reacciones por parte de la opinión pública. Mientras unos insisten en derribar el proceso de paz, o ‘levantarse’ de la mesa, otros siguen fervorosos ante esta iniciativa del Gobierno Nacional. Sin embargo, por ningún lado se ven opiniones con una perspectiva realista. En este momento en el que los grupos armados hacen y deshacen con la confianza de los ciudadanos, lo más importante es pensar en el futuro real del país.

A la gente se le ha olvidado que las bacrim, o sea los ‘extintos’ paras, también han hecho, y hacen la guerra. Hoy en día sólo se cree que la guerra la hacen las Farc, y no es así. El microtráfico y la microextorsión hacen parte de un sinnúmero de variables que no nos han permitido encontrar la paz. Por eso es necesario hacer un llamado a la calma y a la sensatez, más que a la esperanza, como proponen los obispos de Norte de Santander; ya que si bien no hay que tornarse escépticos frente al proceso de paz que se está llevando a cabo en La Habana, sí hay que ponerse los lentes de la realidad para entender que en Colombia quienes hacen la guerra son muchos.

Debemos recalcarnos todos los días que disolver, desarmar y desmovilizar las células de las Farc no va a lograr un país de paz. Bien sea que triunfen o no los diálogos, es vital recuperar fracciones del territorio nacional en las que la criminalidad, y no la ley, es la emperatriz del poder.

Lo cierto es que no es suficiente ver las cosas con claridad, también se necesita de paciencia e inteligencia para sobrellevar el repunte de la violencia en muchas zonas del país, como la nuestra, Norte de Santander.

Desde enero de 2015 se han perpetrado: asesinato de policías y militares, secuestros, ataques a infraestructura hídrica, petrolera y energética y atentados con cilindros bomba como el que fue neutralizado por las autoridades a finales de mayo.

A pesar de que durante los últimos 7 meses han ocurrido hechos que han afectado la moral civil y política de la región, y que los familiares y víctimas de éstos estén llevando una gran pena, no podemos volver a ser personas de armas tomar, literalmente hablando. Puede que no llegue la justicia a la vida de quienes han sido afectados por la violencia y el conflicto, pero esto no puede ser motivo ni justificación para emprender nuevas ‘cruzadas’, contrario a lo que puedan pensar algunas facciones ideológicas de la Nación.

Es importante comprender que no podemos depender de un proceso de negociación con grupos armados para alcanzar la paz, en tanto que éste sólo hace parte de una serie de ingredientes de una fórmula a la que todavía le falta la equidad y la educación, aspectos que sonaron muy bien en el eslogan de una campaña pero que no hacen parte de la realidad.

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