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Es indispensable la transición para ir acoplando todo, para no caer en la improvisación que propició la modernidad.
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Domingo, 18 de Noviembre de 2018

Si evoluciona en la madurez, la especie humana podrá avanzar en un patrón ético ajustado a las rotundas exigencias de un siglo peligroso, ávido de la corrosión de los valores. 

La consciencia es el núcleo, el fundamento de un eje de transferencias, de motivaciones, que se desplacen a través de la razón para proveerla de virtudes que no deshagan la tradición, sino la deslicen en una confianza en el deber.

¿Qué es ser ético? Creo que una persona con la lucidez suficiente como para justificar sus actos, sin dejarse arrastrar por desafueros, ni lesionar a nadie, sin pasiones que aniquilen el poder de razonar, sin pensar tanto en el pecado.

Y ¿cuál es el deber?, es girar en torno a un consenso en los temas trascendentales, familia, escuela, comportamiento social y libertad, entendida esta como un espacio trascendental que permite rendijas, ocasionales, para que las divergencias salgan a un potencial de flexibilidad.

Es indispensable la transición para ir acoplando todo, para no caer en la improvisación que propició la modernidad, cuando no hizo el traslapo necesario hacia una moral de contenidos conformes con el cambio.

Lo importante es intuir la justicia de lo que uno hace y la fuerza de un comportamiento reflexivo frente a la propia subjetividad, para equilibrar muy bien la relación entre la realidad y la capacidad de soñar.

La alternativa moral se siembra en el corazón sí, y sólo sí, la voluntad es una forma crítica de ver el mundo con claridad suficiente como para deshilvanar los errores y apropiarlos con beneficio de inventario espiritual.

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