Hace unos días, un buen amigo llamó a comentarme que mientras hacía ejercicio a tempranas horas de la mañana, sobre la vía que del Comando de Policía conduce a Pinar del Río, en dirección contraria al tránsito de vehículos, por poco es atropellado por un grupo de ciclistas que avanzaba a alta velocidad.
Luego de su relato, pregunté el por qué caminaba en sentido contrario a los automotores y me explicó que en medio de tanta inseguridad, dicha vía era la que menos riesgo ofrecía, aunque una de sus calzadas, no poseía berma y aún menos andén. Además, porque en caso de aparecer un conductor distraído, era más fácil reaccionar si lo podía divisar de frente.
Al respecto, es preciso recordar que el tema de la movilidad, es uno de los más importantes que debe atender una ciudad. La misma, está compuesta por una pirámide invertida compuesta por los siguientes actores en orden de importancia: peatones, ciclistas, transporte público, transporte de carga, automóviles y motocicletas.
Lo anterior, significa que no existe nada más importante que la protección del peatón sea cual fuere el motivo por el cual, una persona se moviliza en un sentido u otro, en el entendido que no es posible calificar la movilidad de un peatón, si este camina o trota en un sentido u otro y de ahí que caminar en contravía no está establecido en ninguna norma, relacionada con el tránsito.
Por otra parte, los ciclistas se quejan de que un alto número de conductores de automóviles, buses y camiones abusan en las vías, al ignorar su presencia y obligándolos a realizar peligrosas maniobras, muchas veces fallidas, dejando deportistas heridos o muertos al tratar de salvar sus vidas.
También, se tiene el caso representado en varios ciclistas que transitan en grupo, que no acatan las medidas de bioseguridad y además se comportan como esos conductores que los agreden en las vías, con la diferencia que en esta oportunidad, son ellos los que amenazan a los peatones, porque pedalean mirando el piso o el celular, con escasa o nula capacidad de reaccionar ante una situación de inminente accidente.
Lo risible del relato de mi amigo, es que una de las personas que iba en el grupo de ciclistas, pedaleaba y simultáneamente revisaba en su celular, cuando por poco lo arrolla y lo único que se le ocurrió fue gritar: “va en contravía”, frase que dejó al descubierto la ignorancia de muchos que nunca aprendieron las normas de tránsito y de ahí que ese tipo de torpezas, de seguro las repiten conduciendo un vehículo.
Concluyo que muy a mi pesar, la cultura ciudadana no existe en nuestra ciudad, puesto que cada quien se cree dueño de la vía, y por ese tipo de actitudes, ignoran que el peatón es el principal actor en la movilidad, el cual merece todo el respeto y protección.