Por segundo año consecutivo el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica de Chile (CEIUC) publica el índice Riesgo Político América Latina. Si la primera versión (2021) estuvo marcada por los devastadores efectos de la pandemia, la presente es una alerta sobre el creciente nivel de incertidumbre y volatilidad que enfrenta la región.
El 2021 finalizó con una recuperación económica insuficiente y con modesta proyección de un 3% para este 2022. Además de seguir lidiando con una emergencia sanitaria global, deberá enfrentar una “triple crisis”.
La primera es de gobernabilidad. El informe Estado de la Democracia en las Américas 2021 elaborado por el prestigioso centro de estudios IDEA Internacional, nos dice que la mitad de los países de América Latina y el Caribe muestra señales de erosión democrática. Por su parte, Latinobarómetro señala que la mitad de los latinoamericanos tolerarían un gobierno no democrático si acaso resuelve sus problemas. Y en paralelo, los niveles de confianza hacia las instituciones públicas siguen bajos, el descontento respecto de la calidad de los servicios públicos aumenta y las redes sociales imprimen una velocidad a las demandas sociales que el Estado no es capaz de procesar.
Una segunda crisis es de expectativas. Las protestas sociales en varios de nuestros países, muchas violentas y lideradas por jóvenes, hablan de expectativas frustradas, de esperanzas que se esfuman. Los gobiernos no han sido capaces de adaptarse al cambio social y cultural vivido por Latinoamérica los últimos 20 años. Es así, que se construye la tormenta perfecta que consiste en una ciudadanía más exigente, una democracia incapaz de seguir el ritmo y una economía que se encamina a una nueva década perdida.
Y una tercera de certezas. Se vive bajo la sensación de la falta de certeza. La incógnita sobre el impacto de las nuevas variantes de la pandemia, los desequilibrios macroeconómicos liderados por la inflación y el escaso margen fiscal de Estados mas endeudados introducirán nuevas dificultades.
Así, América Latina enfrentará otro año complejo. Los niveles de incertidumbre, volatilidad, riesgo político y polarización se mantendrán altos. Por su parte, el populismo, el sentimiento anti-élite y el nativismo xenofóbico seguirán presentes y la combinación de todo ello hará la gobernanza crecientemente compleja.
Y es en este complejo panorama, que las dos democracias mas grandes de Suramérica, como lo son Colombia y Brasil vivirán sus procesos eleccionarios para escoger a sus próximos presidentes de la república.