Hace tres años, cuando la administración municipal anunciaba el cambio de la red semafórica, los ciudadanos nos alegramos puesto que hacía más de tres décadas, no se atendía un tema tan importante en cualquier ciudad capital.
Se anunció la instalación y sincronización de los nuevos equipos y una central en la cual pudiera tenerse el control de los mismos. Finalizando el año 2019, entramos en depresión puesto que efectivamente se habían instado algunos cruces nuevos, pero siempre quedaron varios equipos antiguos y ese era un pésimo pronóstico.
Se pensó, que concesionando los servicios que prestaba la Secretaría de Tránsito, la situación mejoraría por aquello de que lo iba a manejar una empresa privada, pero lo que no aclararon era que presuntamente si era privada, pero del conocimiento.
Entró la nueva administración y el Secretario de Tránsito en lugar de abordar las problemáticas de la movilidad, se encaprichó en modificar el pico y placa, dejando a un lado una de las que para mí, es su más importante función, como lo es la interventoría de lo contratado a los privados, pero no fue así y se ha dedicado a otras cuestiones de menor importancia.
Hace muy poco despreció una tesis de grado enfocada a la optimización de la semaforización, que pudo tener éxito en la práctica, pero que no fue posible que entendieran su importancia y ahora, no saben qué hacer con lo que tienen ni cómo justificar lo que hace falta.
La problemática de la semaforización es la causante de múltiples accidentes que a diario se suceden en intersecciones críticas como por ejemplo la calle 13 con avenida 7, en la avenida 4 con calle 6, pero cuando no hay interés, pues sencillamente se gana un sueldo y ya.
El responsable de la movilidad debe ser más acucioso en cuanto a controles se refiere, puesto que si el concesionario hace la mitad de la tarea que antes era de esa dependencia, pues debe ponerse a tono con la semaforización.
En cuanto al diagnóstico de la red, no me extrañaría que apareciera una invitación pública para contratar lo que se debió vigilar y exigir, porque el hecho que se cambie de administración, no significa que todo lo que se hizo está mal, ni lo que se dejó de hacer se debe quedar así, puesto que sigue siendo la ciudadanía la única perjudicada.
Concluyo que pasados más de once meses, envueltos en la mayor amenaza de la salud ocurrida en el mundo, los avances de la Secretaría de Tránsito no deben ser tan solo la presentación de estadísticas relacionadas con la accidentalidad, sino la ejecución de un verdadero plan, que apunte a reducir una situación recurrente en la cual, los semáforos se convierten en uno de los focos que amerita toda la atención de la autoridad.