A pesar de lo visto hasta ahora del “Cambio”, para la clase política tradicional las elecciones seguirán el formato acostumbrado de “financiación” y un programa de gobierno hueco que busca mencionar proyectos que puedan sonar atractivos. Buscarán avalar candidatos a alcaldes y gobernadores que les den a los directores y parlamentarios de los partidos tradicionales margen de "negociación" con el gobierno nacional; que les otorgue "más gobernabilidad". Me estoy refiriendo a los partidos liberal (gavirista), conservador y de la U. Se han mostrados dispuestos a “negociar” con Petro al precio apropiado; sin valores, solo precios.
Está también la explosión de partidos personalizados, uribismo, pastranismo, alvarismo, galanismo, cristismo, roybarrerismo y los partidos de minorías, con programas que van desde más centralismo a descentralismo, más seguridad a más "acción" social en un sancocho difícil de digerir. Ninguno logra consolidar un modelo de reorientación del país. El santismo, hoy aliado distanciado de Petro, se acomodará según las “circunstancias” de Santos. Y el samperismo, "mamola", pegado a Petro con quien comparten de ocho a quince mil coincidencias.
Las maquinarias regionales seguirán con proyectos como Atalaya municipio, la universidad de Atalaya y demás atalayadas, buscando voto incauto, pues algunos de los que los esgrimen ya han sido mandatarios y no han hecho nada por Atalaya ni por Cúcuta. Eso sí, estarán bien financiados y adecuadamente "dirigidos". Junto con los partidos tradicionales, hicieron de la política un buen negocio.
La izquierda democrática seguirá el discurso “progresista” a pesar de sus pésimas competencias administrativas que muestran las actuales alcaldías de Bogotá, Medellín y Cali, pues conocen la irracionalidad del votante resentido o desinformado.
Y los independientes quijotescos han terminado en una desilusión y generado pesimismo. Buenos diagnosticadores, malos gestores.
El gobierno Petro arremeterá con una estrategia multipropósito combinando todas las formas de lucha para las elecciones regionales. Para eso hizo las "asambleas populares" que se suman a llamar al "pueblo" a la calle o al “uso” del presupuesto nacional para buscar “apoyos” (él quiere comprar y hay varios queriendo venderse), más el impulso “electoral” de los grupos armados en “negociación y cese al fuego” en muchos municipios. El todo vale que tanto atacó el apóstol petrista Mockus, en todo su esplendor. Sabe lo que está en juego.
Si no hay por quién votar es porque hay que cambiar el paradigma. No es una persona lo que se necesita, es un modelo económico de ciudad metropolitana. Hay dos opciones de planificación urbana: el de una “visión” abstracta hecha por “expertos” que se ofrece como contrato de adhesión o una visión concreta de ciudad obtenida lo más técnicamente posible, que tenga en cuenta la geografía, la historia, lo cultural y busque de manera integral hacer un plan para lograrla.
Todo programa es una concepción política y el que propongo, parte de la defensa de la democracia liberal y el libre mercado. Libertad y orden como figura en el escudo nacional. Las bases conceptuales para este programa creado desde la realidad local, a discutir comunitariamente, parten de estudiar la ciudad como un sistema complejo adaptativo y con metodologías planificadoras de ciudad compacta y desarrollo orientado por el transporte. Saber cuál es nuestro objetivo económico como ciudad es lo que dará proyección de éxito al programa; la equidad social se logra nivelando el terreno de juego, no los jugadores, y la sostenibilidad ambiental con mediciones técnicas para no sobrepasar las capacidades naturales de recuperación del medio ambiente.
Necesitamos información abundante para tomar decisiones; no más “intuición ideologizada” de burócrata. Para lograrlo es imperativo liberarnos del centralismo y la doctrina del macroestado omnipresente, para desarrollar la infraestructura necesaria con inversión privada. Los dirigentes adecuados surgirán en el proceso planificador.
Ya es tarde para las elecciones de octubre, pero una buena opción sería un candidato creíble que se comprometa a desarrollar este trabajo en un gran acuerdo social. Ojalá no triunfe el “todo vale” de Petro y acabe la esperanza de no colapsar.