En esta campaña política que nos conduce a la elección de un nuevo presidente de la República, se destaca nuevamente la polarización, aunque es rescatable la intervención de un sector llamado de centro que intenta conquistar a los electores de los extremos y colocarlos en una escenario más amable y con menos confrontación, el problema es que quienes están comprometidos con esta propuesta se pongan de acuerdo para hacer un buen equipo o ser la verdadera esperanza.
Los orígenes de esa tendencia marginal, a los extremos, están muy probablemente no en la esencia de los postulados políticos y la forma de concebir un programa de gobierno, sino que tiene su fundamento en el odio por los daños directos o colaterales causados en el pasado y que no han podido ser superados, sanados, ni perdonados. No se olvidan y permanecen de forma viva las ejecutorias de entonces, persisten como referencia histórica y política del último medio siglo, se hacen presentes cuando aflora la discusión en las que se ven superadas las ideas renovadoras por las evocaciones que irremediablemente conducen a la aversión del oponente.
A José Mujica, expresidente de Uruguay, se le reconoce como un político hábil, inteligente, quien goza de una popularidad internacional que pocos ostentan y es dueño de un lenguaje franco y coloquial del cual destacan frases y enseñanzas. Al renunciar a su cargo de senador en su país entre otras sabias frases dijo: “El odio es fuego como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye. Yo tengo mi buena cantidad de defectos, soy pasional, pero en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio, porque aprendí una dura lección que me impuso la vida, que el odio termina estupidizando, nos hace perder objetividad”
Si pudiéramos aprender y seguir el ejemplo de tantos otros que a pesar de la frustración y el dolor causado por la violencia salieron adelante porque superaron esas situaciones de sufrimiento, podríamos todos echar para adelante. Esa también es la lección de un personaje vinculado a la farándula que vivió su propio drama al perder a su padre en la adolescencia en un crimen que según ella misma, Juana Acosta, sigue impune. Ella se marchó a España y continúo su carrera artística, ahora según lo relata la revista Hola, ha logrado poner en escena la obra El Perdón, en honor a su papá. “Es un espectáculo que habla sobre resiliencia y que parte de un lugar doloroso de la sombra, pero va hacia la luz” La crítica especializada le ha dado su beneplácito y el público le brinda aplausos.
Muchas voces desde diversos frentes nos están advirtiendo de la necesidad de deponer los odios y reconciliarnos, proferir menos ofensas y vencer los rencores, lograr acuerdos sin ventajas, seguros que también todo ello contribuirá a silenciar las ofensas y podamos sobre bases firmes construir una patria próspera, con los cambios que se reclaman desde distintas orillas y en medio de una paz verdadera, estable y duradera para que nos ayudemos y podamos superar obstáculos.
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