Se anuncia que el próximo año podría presentarse una revocatoria del mandato del alcalde; ya se anuncian promotores, pronósticos y a pesar de que Colombia está pasando un momento muy difícil y gravísimo con la pandemia, con un preocupante puesto 11 en el mundo con más muertes de coronavirus, y aquí andamos en lo peor de la “patria boba” proponiendo los candidatos que podrían reemplazar al ingeniero Yáñez.
Entiendo el derecho que le asiste a todo ciudadano de mostrar su descuerdo con un gobernador, alcalde o presidente en cualquier momento es válido. De hecho aquí en Colombia no importa que estemos desempleados, o sobregirados en el banco, o con los hijos sin universidad y hasta con peleas con la mujer en la casa, pero con tal de estar en una cafetería sin tapabocas por ahí por el Ventura Plaza, pronosticando si el alcalde se cae y quien lo pueda reemplazar, si hacemos eso, el día se salva y dormimos hasta tranquilos.
Para mirar lo que le viene a Colombia en los próximos dos años no es sino leer la columna del exministro en el Tiempo Carlos Caballero Argáez, siempre objetivo y serio en temas económicos, en la que señala que creer que en el 2.022 vamos a regresar a una “nueva normalidad” es un pronóstico fantasioso. Con cerca de 57.000 empresas al borde la quiebra en el país y un desempleo mayor del 20%, dice el columnista que en el mejor de los casos podríamos tardar cerca de 5 años para que el país se recupere. Y sabemos que ese no es solo un problema de Colombia sino para el mundo, como lo constatamos a diario cuando vemos cierres y quiebras en Madrid, París en alerta naranja, Israel nuevamente confinada, Alemania con un decrecimiento de su economía de más del 10%, y así va el mundo, que como lo expresara el ex director del banco para la reconstrucción de Europa después de la segunda guerra, esta crisis es peor que la de la posguerra.
El ingeniero Yáñez en octubre del año pasado recibió un voto de confianza que Cúcuta estaba esperando hace más de 25 años. Se crearon un marco de expectativas altísimas, apenas en una ciudad en donde cerca del 80% de la gente está en estratos 1 y 2. El año pasado los jóvenes se la jugaron por el cambio y en su juego y con su nuevo poder, las redes sociales, fueron un apoyo decisivo en el triunfo de Yáñez, de quien hay que decir, el triunfo también lo tomó por sorpresa. Nadie en Cúcuta a las 8 de la mañana del pasado 27 de octubre creía que Jorge Acevedo pudiese perder, pero así fue, lo jóvenes y la gente independiente de la ciudad ganaron.
El escenario de una posible revocatoria es el siguiente: conforme con la ley 1757 de 2.015, sin entrar en sutilezas y detalles, si el 2 de enero se inscribe la revocatoria, después de la revisión de firmas y todas las arandelas que vienen, aproximadamente a mediados de junio del 2021 se realizaría la votación. Para que la revocatoria sea válida se requiere que cerca de 100 mil habitantes salgan a votar. Creo, al menos hoy, que ahí se va a caer la revocatoria. Difícil que algún político interesado en tumbar a Yáñez se le mida a hacer un gasto en el 2021, cuando a los pocos meses del 22 está invirtiendo en su campaña y por ello no veo a 100 mil cucuteños saliendo a votar. Si contra el alcalde salen a votar por ejemplo 70 mil personas en su contra, el alcalde no se cae porque necesariamente deben salir a votar 100 mil cucuteños y es lo que no se ve.
No soy el gran amigo del alcalde, aunque hablamos esporádicamente sobre temas de la ciudad, pero creo que con lo que enfrenta hoy en día Cúcuta, con el escenario económico que enfrenta Colombia y el mundo en los próximos años, con elecciones en el 2.022, con la frontera cerrada y un coronavirus que sigue golpeando, pienso que es muy preocupante y grave para la ciudad perder el 2021 en una revocatoria, que de llegar a prosperar, colocaría a un alcalde para apenas 2 años. Sé que el alcalde debe redireccionar algunos temas, asunto normal. Se trata casi de una decisión de sensatez con Cúcuta, para evitar caer en ese desgaste, porque ahí sÍ, tras de cotudos, con paperas.