La dictadura venezolana acaba de expedir ley, que es ejemplo para nosotros, los resignados habitantes del país del Sagrado Corazón, sino fuera por pequeño detalle: busca acallar las voces de la oposición, como pasó aquí hace varios años, cuando Colombia cayó en manos de satrapía de derecha en la que todo era prohibido, inclusive pensar y hablar contra el régimen, como desean repetir algunos despistados.
Como aquí hay quienes no tienen, o no quieren tener memoria del pasado, no falta quienes se rasguen las vestiduras y repitan como un loro el cuento de que son un fracaso los gobiernos de izquierda, dentro de los cuales incluyen al presidente Juan Manuel Santos, por sus esfuerzos por recuperar la paz, perdida durante los 60 años de confrontación armada.
La ley Maduro, aprobada a pupitrazo limpio, sin consulta ni debates, prohíbe la difusión de mensajes altisonantes en los medios de comunicación, con miras a preservar la paz de la nación.
Y repito: es un ejemplo para nosotros, que hemos visto proliferar lo que se denomina genéricamente con el nombre de ‘’mala prensa’: la divulgación de mentiras destinadas a engañar a esa masa inmensa que se denomina ‘’el pueblo’’, que traga entero todo lo que le digan, inclusive las mentiras más absurdas.
Los autores son personalidades que, por motivos políticos, propagan todo tipo de falsedades
Ese partido está dirigido por expresidente, quien organizó nuevo grupo de derecha, tendencia que se creía desaparecida, por culpa de sus múltiples pecados, pero está en auge por la labor incansable de militares retirados, empresarios y hacendados afectados por la acción de las guerrillas.
Obviamente, la norma promulgada en nuestro vecino, que se encuentra al borde de la quiebra, ha sido muy mal recibida por los países democráticos, que la consideran atentado contra la libertad de prensa.
Obviamente, aquí surge la obvia pregunta: ¿Hasta dónde puede llegar esa libertad? ¿Es ilimitada o tiene unos topes?
Desafortunadamente, los abusos han abierto la puerta a quienes creen que todas las garantías constitucionales deben desaparecer para dar paso a gobierno ‘’de seguridad democrática’’ como el que quieren los militantes de la nueva derecha.
Las próximas elecciones mostrarán las preferencias: ¿Más democracia o menos? ¿Usted que desea?
Mucho me temo que nos espera verdadero tsunami político.
Después no lloren. GPT