Las Farc siempre rechazaron las elecciones porque no reflejaban la mayoría ya que la abstención era superior. Y en eso tenían razón. Pero ahora que pusieron al Gobierno de rodillas le exigieron un plebiscito con tan solo un 13% del censo electoral. El más burro entiende que si aplauden 13 de 100, la mayoría son los 87 que chiflaron o no asistieron a la guachafita. ¡Y mayoría ensordecedora! Entonces, ¿en qué queda la reclamada democracia? ¡Cómo es la vida! ¡Ahora sí vale la minoría!
Por supuesto, ellos saben, primero, que la abstención siempre ha rondado el 60 o el 70%, y segundo, que la mayoría del pueblo no aprueba los pactos secretos que hicieron con los delegados del presidente Santos en La Habana.
Aunque ya lo han dicho otros, no huelga repetir que en el llamado plebiscito de 1957, cuando Colombia contaba con cerca de 13 millones de habitantes, votaron 4.603.904 colombianos - 4.169.000 dijeron SI, y 206.654 NO - . Es decir, el 62% votó, una alta participación en tiempos en que el censo electoral iba por los siete millones. Ahora se pretende que en este 2016, con 48 millones de habitantes, de los 35 millones de sufragantes el SI sea asentido por el solo 13%, vale decir, 4.200.000 ilusionados o engañados colombianos, cifra semejante a la de hace cincuenta y nueve años.
Sin hacer muchas elucubraciones sobre lo que significa plebiscito, pero sin olvidar que es la decisión del pueblo, de todo el pueblo y no de una mínima parte, se colige que estamos ante otra vulneración de la Constitución. Es innegable que la Constitución de 1991 arrancó del arrasamiento de la Constitución de 1886 y del desconocimiento del Congreso. Paradójicamente, la Constitución de 1991 empieza proclamando que Colombia es un estado social de derecho. ¿Estado de derecho? ¿Lo dijeron en serio o en broma?
Por más de que la Corte Constitucional – sesgada políticamente hacia el Socialismo del Siglo XXI – haya avalado la convocatoria del Gobierno al plebiscito, o el Congreso manejado por el Ejecutivo le haya pasado todos los proyectos de ley concebidos por las Farc, todo no deja de ser ilegal e inconstitucional.
De otra parte, el presidente Santos y sus corifeos se han equivocado de destinatario para su mensaje de llamamiento a la paz: a mí ni al resto de 48 millones de colombianos tienen que pedirnos que hagamos la paz: los que hacen la guerra son los aproximadamente 10.000 compatriotas de las Farc, el Eln y el Epl. Otra cosa es que las Farc impongan una condición enorme para indultarnos: o aprobamos el plebiscito con todo su contenido a su favor o nos siguen matando, secuestrando, extorsionando y cometiendo los demás delitos atroces a que están acostumbrados.
De consiguiente, para no caer en la ilegalidad y sus consecuencias debemos rechazar el plebiscito con un NO rotundo.