El indescifrable y absurdo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se ha distinguido por sus locas ideas, entre las que se encuentran la construcción de un muro en la frontera con México y una invasión armada a nuestro vecino, Venezuela, que ha caído en manos, una vez más, de un dictador, enemigo de la democracia y partidario del más absoluto desprecio por el gobierno del pueblo, la criticada democracia.
La idea de invadir a nuestros vecinos, para solucionar la grave situación económica y política que se afronta en la patria del Libertador, destruye todos los esfuerzos que se han hecho para construir una hermandad, desde los tiempos en que los españoles se embarcaron de vuelta a su patria. Olvida, además, la unión de soldados de los dos países, como Santander y Páez, para lograr la independencia y los esfuerzos que se han hecho, frustrados todos ellos, para reconstruir lo que fuera una maravillosa idea: la Gran Colombia, compuesta además de los dos por nuestros hermanos ecuatorianos.
No existe nada más absurdo e ilógico que pensar en la posibilidad de que los colombianos colaboremos en una invasión del territorio venezolano. Somos hermanos, así en años anteriores hayamos sido despreciados y atacados por nuestra pobreza y desempleo, que fueron solucionados por nuestros vecinos. Muchos colombianos, en la época en que se instauró una dictadura conservadora en Colombia, se vieron obligados a huir hacia el vecino país, que nos abrió sus puertas y acogió a miles de refugiados.
También se escondieron allí los militantes de los grupos subversivos, lo mismo que delincuentes de todos los pelajes, en especial narcotraficantes. Muchas veces tuve la oportunidad de cruzar la frontera para adquirir en San Antonio juguetes para mis hijos, en aquellas épocas en que no existían los sanandresanos ni los grandes almacenes especializados que hay ahora en Colombia.
Recordado amigo, asesinado por la guerrilla, soñaba con contratar algún día a una empleada doméstica, indocumentada y venezolana. Eso ha ocurrido ahora, lo mismo que un hecho increíble en otras épocas, el paso de gentes de allá para acá, para comprar comida y artículos de aseo. Como diría mi madre: Dios no castiga ni con palo ni con rejo. Así ha ocurrido con nuestros vecinos millonarios se volvieron pobres como ratones. Hoy hay muchos que piden limosna en las calles y buses bogotanos.
Estamos obligados a ayudarles. Pero de ahí a colaborar en una invasión hay mucha distancia. Nunca podremos prestar nuestro territorio para atacar a los vecinos, así el presidente Maduro insulte a nuestros dirigentes y su hijo diga que la Casa Blanca queda en Nueva York. Debemos exigir respeto pero no podemos practicar aquello de que ‘’al caído caerle’’
Colombia no ha sufrido en los últimos años una dictadura. La última fue en la época de Rojas Pinilla, que fue más bien una ‘’dictablanda’’. Pero algo similar a lo que esta sufriendo Venezuela, aquí no ha ocurrido. Debemos hacer acopio de solidaridad y ayudar a los vecinos que han venido, por miles, a buscar un mejor futuro. Claro está que son un problema, pero nosotros también lo hemos sido.. GPT
P.D. La canción de Mercedes Sosa señala la verdad: ‘’la guerra es un monstruo grande…’’.