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Uribismo 3.0
Por más que el actual partido de gobierno quiera proyectar una imagen de renovación y cambio, las mentiras persisten, los odios continúan y no se vislumbra ni un poco lo que todos anhelamos: Una preocupación real por el país.
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Martes, 28 de Agosto de 2018

Llevamos 16 años dirigidos por el uribismo (ocho de Uribe Vélez y ocho de Santos Calderón, a pesar de que estos dos terminaran luego como rivales políticos). Al finalizar la era Duque Márquez serán dos décadas de vivir en el ‘realismo trágico’, el nuevo género literario en que hemos estado sumidos desde que los conceptos ‘seguridad democrática’, ‘castrochavismo’ y ‘narcocomunismo’ conquistaron los corazones y las mentes de millones de colombianos. 

El uribismo 3.0 (Iván Duque), está enfocado en desligarse de las masacres, los falsos positivos y la persecución a la oposición que se vivieron durante el uribismo original, mostrando su apoyo a los líderes y lamentando profundamente las muertes de aquellos defensores de derechos humanos, ambientalistas o líderes de procesos de restitución de tierras. Sin embargo, es sólo más de lo mismo: Ultraderecha y contradicciones por doquier. 

Por más que el actual partido de gobierno quiera proyectar una imagen de renovación y cambio, las mentiras persisten, los odios continúan y no se vislumbra ni un poco lo que todos anhelamos: Una preocupación real por el país.

El entonces candidato a la Presidencia por el partido Centro Democrático, Iván Duque, habló en más de una ocasión sobre la imperiosa necesidad de disminuir los impuestos en Colombia y aumentar la inversión. A pesar de haber dicho que las cargas impositivas en el país son asfixiantes, ahora Duque pretende aumentar la base gravable y además, extender el IVA a todos los productos de la canasta familiar. 

Las contradicciones respecto del fracking y la lucha contra la corrupción hacen imposible creer en las promesas del uribismo. No se puede creer en un partido que finge divisiones políticas para engañar al electorado, que juega al policía bueno y policía malo con cada una de las decisiones importantes del país, y que protagoniza shows mediáticos para distraer la atención de la ciudadanía de los aspectos de fondo (impuestos, generación de empleo, desigualdad social, falta de acceso a servicios básicos, etc.) 

El uribismo 3.0 es el sector político que escogió a un fanático religioso y perseguidor de las minorías como embajador de la OEA, el mismo que pretende que la clase media alivie el déficit fiscal sin importar la crisis de seguridad social, el mismo que dijo ‘no’ al plebiscito por los acuerdos de paz y que hundió la consulta anticorrupción. Un sector político carente de cualquier clase de credibilidad, pero que por extrañas e incomprensibles razones, crece cada día y con alarmantes niveles de popularidad. En últimas, un realismo trágico lejos de terminar. 

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