Sí. Vamos a escuchar muchas mentiras. Estoy preparado para no creerlas, ¿pero lo están todos los colombianos? La respuesta es negativa, desafortunadamente. Por eso, varios comentaristas de la actualidad, entre ellos el mejor columnista humorístico, el colega Daniel Samper Ospina, verdadera revelación de un género en peligro, han mostrado su preocupación por la aparición de las orejas del lobo que se llevó no hace mucho tiempo a la genialidad de Jaime Garzón, quien pagó con su vida el pecado de burlarse de los poderosos,
¿Quién es el animal que produce miedo, en vísperas de iniciarse la campaña electoral? Es la seguridad de que habrá verdadero alud de mentiras, que nos puede llevar, como ha ocurrido en Estados Unidos, España y Venezuela, a peligroso enfrentamiento y la consecuente aparición de gobierno de extrema, que destruya las garantías democráticas, en cabeza de personaje similar al presidente Donald Trump, quien ganó por sus defectos y no por sus virtudes.
El coco, fantasma con el que nos asustaban a los niños cuando no había Halloween, ya ha empezado a aparecer. Unos ejemplos son las fotografías en las que opositores del uribismo aparecen con la boca vendada, la actitud de ilustre desconocida que se bajó de avión porque pensaba, que un pasajero era guerrillero, la defensa del exprocurador Ordoñez a la destrucción de ‘’libros pecaminosos’’, como las obras de García Márquez, y otras manifestaciones de intemperancia que me recuerdan la época en que los críticos de hoy eran fieles laureanistas.
La peor manifestación del peligro es, según los comentaristas, la seguridad de que como ha pasado en otras latitudes, y ya ocurrió en el plebiscito, se utilicen las mentiras para producir resultado electoral. Se dirá de todo, para asustar a quienes ni siquiera se leen un sobre. Ya se habló de ‘’igualdad de género’, de corrupción de los niños, de homosexualismo, de pensiones, de lo divino y lo humano. El presidente Santos ayuda con sus errores, como el aumento del IVA y los pésimos nombramientos, los de pareja de damas gay en sendos ministerios y dos vicepresidentes que se volvieron enemigos. Esos errores ayudan al expresidente Álvaro Uribe, quien debería recibir título honorífico sobre manejo de la oposición, que lo transformó de oscuro senador en jefe de la derecha.
P.D. A veces hay buenas noticias, como la posible construcción de tren de Facatativá a Bogotá. Queda faltando el de Chía, que movería a millones de personas. Ojalá Peñalosa no se les atraviese.