Viajo aforismo de los tiempos en que los conquistadores españoles llegaron a estas tierras, sostiene: ‘’La culpa no la tiene el indio sino el que le da la chicha’’, que significa, palabras más, palabras menos, que la responsabilidad de los errores no recaía en los indígenas sino en los conquistadores, que llegaron a estas tierras para llevarse el oro y aprovecharse de las mujeres y no para transmitirnos la desprestigiada civilización que nos enseñó a engañar, a alcoholizarnos y a aprender mañas que no tenían los primitivos habitantes del país del Sagrado Corazón.
La frase puede aplicarse hoy a nuestra realidad: la culpa de nuestros problemas recae en los dirigentes, que no han sabido conducirnos por la vía del progreso sino por tortuosos caminos que benefician a unos pocos, los que han sabido apoderarse del poder para enriquecerse y no han trabajado con la mirada puesta en el beneficio de los 50 millones de colombianos, sino en el de sus bolsillos y el de sus amigos.
Ahora los responsables del desastre están asustados: ha aparecido un diablo que amenaza con llevarse para el averno a quienes la han embarrado y están como Poncio Pilatos: lavándose las manos.
Leo en varias columnas periodísticas que existe el temor de que el ganador de las próximas elecciones presidenciales sea el exalcalde Gustavo Petro, veterano guerrillero que no dejó los mejores recuerdos de su paso por la alcaldía de Bogotá. Movido por su deseo de hacer socialismo y dejar huella a la mayor brevedad cometió todo tipo de errores, el mayor de los cuales fue no prestarle la debida atención al más viejo deseo de los capitalinos, la construcción del metro, obra que le dejó a su sucesor y mayor enemigo.
Como si eso no fuera suficiente, no atendió los deseos del norte de la ciudad, que pedía mejores vías y servicios públicos, y se dedicó a atender las necesidades de los habitantes del sur, la mayoría de los capitalinos, decisión que se ha reflejado en las encuestas, donde Petro ocupa, por ahora, el primer lugar de las preferencias. ¡Y quién dijo miedo! El susto se ha apoderado de los clubes sociales y se leen cartas de gentes que ofrecen irse a vivir a Miami., en compañía de los exiliados venezolanos, para así asustar a los que no temen los tiroteos en la Florida
La responsabilidad no es de Petro, sino de quienes han ocupado los altos cargos estatales, donde no han querido dejar huella sino enriquecerse y hacer clientelismo para atornillarse en los altos cargos estatales. Días pasados se registró escandalosa alza en los servicios públicos y se anuncia aumento en los impuestos, en momentos en que para nadie es un secreto la recesión económica y una difícil situación de la mayoría de los bogotanos, Se repite así aquello de que la culpa no la tiene el indio, sino en este caso de los alcabaleros, que quieren sacarle la sangre hasta a las piedras. GPT