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Vocación de los sentidos
¿Y, cuál es su línea directa con el alma?
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Lunes, 1 de Marzo de 2021

A pesar de su índole animal, de ser propios de la especie humana, los sentidos son más que eso, son la antesala del pensamiento, la fragua de un mundo ideal, la misión de desarrollar un gran esfuerzo para evolucionar.

Y cuando ascienden al alma, por la escala de los sueños, están prestos a iniciar esa versión imaginaria de la realidad que nos permite estar fuera o, al menos, ausentes por un instante de las estrechas dimensiones de la lógica.

Así, es preciso que se siembren –los sentidos- en la jerarquía de valores intelectuales, para darles la oportunidad de arraigarse en las fuentes racionales y, luego, sublimarse en una ascensión hacia la espiritualidad.

Al articularlos con la inteligencia, se les otorga categoría ideal y dejan de ser sólo los propósitos sensoriales de una función biológica, para dotarse de los rasgos de la consciencia y ajustarse a esa necesidad, íntimamente humana, de expresar sus sentimientos en tiempos y espacios aquilatados de sabiduría.

¿Y, cuál es su línea directa con el alma? la vocación de pensar, esa exquisita satisfacción de filtrar la vida cotidiana, de conjugarla con el umbral de una verdad suprema que sólo se encuentra mediante un ejercicio constante de la dignidad de superar –un poco- la condición mortal.

De manera que es necesario educarlos –en el recuerdo o en el olvido-, afianzar en ellos la facultad de vivir con profundidad, de restituir las condiciones de un destino racional, de pintar escenarios maravillosos a través del lenguaje, de los símbolos del amor, de la reflexión serena que nos hace ser diferentes.

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