Con mucha anticipación arrancó la campaña electoral que culminará a finales del mes de octubre, donde los nortesantandereanos por voto popular elegirán sus autoridades territoriales.
Los candidatos haciendo caso omiso a las prohibiciones establecidas en las leyes 130 de 1994 y 1475 de 2011 sobre propaganda electoral. Las mencionadas leyes establecen en sus artículos 24 “Propaganda electoral.
Entiéndase por propaganda electoral la que realicen los partidos, los movimientos políticos y los candidatos a cargos de elección popular y las personas que los apoyen, con el fin de obtener apoyo electoral.
Esta clase de propaganda electoral únicamente podrá realizarse durante los tres (3) meses anteriores a la fecha de las elecciones” y 35 de la ley 1475 así: “La que se realice empleando el espacio público podrá realizarse dentro de los tres (3) meses anteriores a la fecha de la respectiva votación.”
Los aspirantes en caminatas y en manifestaciones públicas políticas repartiendo a diestra y siniestra obsequios, agasajos, presentes, donaciones o como lo quieran llamar, hacen política descarada ante la mirada complaciente de los organismos encargados dizque de ejercer el control para que no se violen las disposiciones en materia electoral dispuesta en su estatuto.
Hay una encarnizada competencia por demostrar quién convoca un número mayor de participantes de los mendrugos que caen de la mesa del rico Epulón.
Nada más mentiroso que esa clase de concentraciones. Los participantes ante la variedad de regalos y el tener la oportunidad de asistir a la presentación de artistas de talla nacional e internacional gratuitamente, por supuesto que asisten masivamente a las mismas pues de otra manera, pagando, ni en sueños podrían.
Ríos de dinero inundan las campañas. Hay explosión de candidatos a la alcaldía de Cúcuta. En mi humilde opinión, todos, absolutamente todos tienen agotada la munición. Se encuentran rodeados exclusivamente de su clientela. La opinión pública indiferente.
Los candidatos no han despertado ningún entusiasmo. El que se invente la fórmula mágica, es decir la promesa más llamativa que cautive la atención del momento, así en la realidad no sea viable, será el ganador.
En eso están enfrascadas lar respectivas campañas, en descubrir la propuesta milagrosa que lo convierta en los próximos cuatro años en el alcalde de los cucuteños. Como ejemplo tomemos las promesas de anteriores candidatos a la alcaldía que gracias a ello coronaron sus aspiraciones: el rechazo a la instalación de peajes en la ciudad dentro del lema, Cúcuta humana, solidaria y competitiva y las casas en el aire de una ciudad para grandes casas, perdón para grandes cosas que no se vieron. Debemos exigir de los candidatos propuestas serias, pero sustentadas en cifras reales que podamos evaluar, con el presupuesto municipal en la mano y las posibles ayudas del presupuesto nacional y departamental, eso sí, con datos históricos de su comportamiento y hasta donde esos presupuestos se pueden estirar. ¿O prefieren los cucuteños más mentiras?