No de otra manera podríamos reseñar gráficamente lo que en forma habitual viene sucediendo en el poder legislativo por cuenta de los señores congresistas con respecto a las decisiones, yo diría piruetas, que regularmente toman para salirse por la tangente y no aprobar leyes que de cualquier forma puedan ir en contravía con sus intereses personalísimos.
Se anunció en una columna anterior, del pesimismo que rondaba no solo en la mente de este de columnista sino en la de la mayoría de colombianos, sobre la suerte que correría el proyecto de ley de eliminación de los cobros abusivos de las entidades financieras en los trámites adelantados por sus clientes. Dicho y hecho, el proyecto anunciado, debatido y publicitado tuvo entierro de tercera.
Mal podrían los señores congresistas, afectar los intereses de sus patrocinadores, ni idiotas que fueran. Ahora con el proyecto de ley anticorrupción donde potencialmente los podrían afectar en caso de verse envueltos en investigaciones penales, los congresistas y sus prohijados, entre otras cosas muy comunes en la actualidad, se dieron sus mañas para que se hundiera la iniciativa con más pena que gloria. Se tiran la pelota de una cámara a la otra buscando excusas rebuscadas con argumentos que ellos mismos saben que nadie se las cree.
En la Cámara donde se presentó el proyecto en otra legislatura con Representantes diferentes, caminó a paso de tortuga y sufrió una trasquilada, entre otras, quitaron lo correspondiente a la casa por cárcel a los funcionarios corruptos. Para debate en el Senado, igualmente practicaron la operación tortuga, restituyeron el artículo de la casa por cárcel, pero se dieron sus mañas, por pretender quedar bien con la opinión pública que seguía con interés el trámite del mismo, faltando escasas horas para el cierre de la legislatura, hicieron la pantomima de llamar a conciliación a la Cámara para su aprobación.
Desafortunadamente este trámite necesario se vio frustrado por el cruce con el partido de fútbol de la selección Colombia y con una francachela organizada para celebrar la llegada del nuevo presidente del Senado y la despedida del presidente de la Cámara de Representantes. Resultado, el hundimiento de la ley anticorrupción que endurecía un poco la situación de los funcionarios del Estado investigados y condenados por corruptos.
No nos llamemos a engaño, ese proyecto tenía de enemigo a todo el congreso, hasta los que se dicen llamar de la oposición, a nadie le interesaba la aprobación del mismo. Ni al gobierno quien a través de la ministra del Interior participó en el enredo. Sin justificar a los dos nortesantandereanos, todos, congreso y gobierno, deberían ser condenados por la opinión pública por concierto para el desplome de la iniciativa.