Todo parece indicar que las firmas de tantos Tratados de Libre Comercio (TLC) han convertido a Colombia en un exportador de puestos de trabajo y en un gran importador de los productos que antes se elaboraban aquí. Esto es lo que se puede concluir, por ahora, luego de conocerse el cierre de conocidas multinacionales tras décadas de permanencia en el territorio nacional.
En menos de dos años han cerrado sus plantas, Icollantas, tras 71 años de vida, la farmacéutica alemana Bayer, productora de Alka-setzer y Aspirina, y la Compañía Colombiana Automotriz, ensambladora de los vehículos Mazda. La situación empieza a preocupar tras la decisión de la multinacional Mondelez de cerrar la planta de producción de Chiclets Adams con sede en Cali. El cierre de estas plantas ha representado la pérdida de cerca de 1.500 empleos industriales directos, más otro tanto de indirectos.
¿Para dónde se van? A Méjico. ¿La razón? Según las directivas de estas grandes empresas, el régimen laboral, la carga tributaria, la revaluación del peso($) durante varios años, la competencia, la baja utilización de la capacidad instalada y la baja productividad disminuyeron su competitividad y, en consecuencia, su operación se hizo inviable. Para ACOPI del Valle del Cauca, tras la firma del TLC entre Colombia y Méjico, es más rentable producir en el país azteca y exportar a Colombia. Indudablemente, la apertura ha beneficiado a Méjico.
De acuerdo a los informes de ANIF, hace diez años la industria aportaba el 23 por ciento del empleo total del país y actualmente solo contribuye con 13 por ciento. Estos datos han llevado a los analistas y empresarios colombianos a considerar que Colombia está avanzando hacia un proceso de desindustrialización. Esta situación aparentemente no preocupa al gobierno, pues en un mundo dinámico como fruto de la globalización mientras unos se van otros llegan.
Sin embargo, parece ser que el 30 por ciento de la caída de las exportaciones en el primer cuatrimestre de este año, el acumulado anual de la inflación de 4.56 por ciento registrado en el primer trimestre, el bajo precio internacional del petróleo y el café, así como el pronóstico de un crecimiento de nuestra economía de apenas 2 por ciento para este año por parte de la firma financiera estadounidense Merrill Lynch, ha empezado a generar inquietud. El presidente Santos y el ministro de Hacienda acaban de anunciar la puesta en marcha del plan “Pipe 2.0” para impulsar la producción y el empleo. Con una inversión de $16.8 billones se espera crear 333.000 nuevos empleos y lograr un crecimiento económico de 3.5 por ciento este año.
Los acuerdos comerciales tienen un costo, pero también tienen beneficios. Los TLC firmados, más los que están en proceso de estudio y aprobación, nos permiten un gran intercambio comercial. El gobierno espera que en un plazo de 2 años se inicie el trámite correspondiente para lograr un TLC con China, con lo que se alcanzará un acceso al 60 por ciento del mercado mundial de bienes y servicios. El éxito de estos acuerdos depende de nuestra capacidad de respuesta.