En los últimos cinco años, la alcaldía y la Policía han intentado de todas las formas y acudiendo a medidas de todo tipo, incluida el toque de queda para menores, controlar los escándalos en las vías públicas y parques derivados del consumo de licor.
La presión de las juntas de acción comunal, que debieron acudir a la tutela como mecanismo reivindicador de los derechos ciudadanos, así como el ‘garrote’ de la fuerza pública, aplacaron el estropicio en algunos rumbeaderos que se vieron obligados a invertir para insonorizarse, pero más que esto, a acatar el reglamento.
Sectores ruidosos como el de Bellavista, colindando con el barrio La Rinconada, del lado de Cúcuta, o el de San Eduardo, la avenida Cero, la avenida Primera con calle 15, Natilán, Belén, Aeropuerto, los alrededores de la terminal de Transporte y hasta El Malecón, atendieron juiciosos las advertencias y por momentos las noches transcurrieron bajo calma.
Sin embargo, la pesadilla del escándalo sigue vigente y ahora se salió de las discotecas y se trasladó a la calle. Los gritos de los borrachos al salir de estos sitios de rumba, la música a alto volumen de las plantas de sonido de los carros, los andenes y las vías convertidas en cantina y pista de baile, todo esto sumado a las peloteras de grupos de jóvenes, vuelven a sobresaltar las noches cucuteñas.
El subcomisario Carlos Andrés Pérez, de la Policía de Tránsito, y el secretario de Gobierno de Cúcuta, Oscar Gerardino, admitieron esta realidad.
Gerardino, quien conoce el fenómeno desde la raíz, como quiera que también ocupó el mismo cargo en la administración de Donamaris Ramírez, le reveló a La Opinión que son muchas las quejas recibidas este año por escándalos y rumba en el espacio público hasta bien entrada la madrugada, de vecinos de los sectores de Belén y Natilán.
En estos mismos sectores, además de la glorieta de Claret, la calle 10 y sectores de El Malecón y la avenida del Río, en predios del parque Playa, también ha encontrado rumbas al aire libre, dijo Pérez.
“Los ‘rumbeadores’ tienen ya sitios seleccionados a los que van a parar luego de ser sacados de las discotecas por vencimiento del horario permitido de funcionamiento”, dijo.
Algunos de estos sitios en los que el ruido supera los 50 decibelios permitidos son el parque Playa, el tramo de la avenida Los Libertadores que va desde el colegio Calasanz hasta el puente Elías M. Soto, la bahía de San Eduardo, la Urbanización Bellavista (en Los Patios) y Natilán.
El parque Playa es quizás el rey del ruido en esta nueva temporada de los ‘rumbeadores’ al aire libre. Vecinos de Niza, donde está el lugar, advierten que viernes, sábado y domingo, cuando el lunes es festivo, encuentran regadas en el andén y las zonas verdes grandes cantidades de latas de cerveza, botellas de vino, aguardiente y whisky. “Es como si el parque funcionara como cantina en las noches”, dice Clemencia Torres, vecina del sector.
A lo largo de la avenida Los Libertadores, en el tramo que comprende el colegio Calasanz y el puente Elías M. Soto, se instalan en las noches una docena de ventas de licor, con sillas y mesas para los ‘rumbeadores’ que llegan después de que las discotecas les cierran las puertas.
Todo esto ocurre ante los ojos de las autoridades encargadas de impedirlo. No solo se invade el espacio público, sino que también se consume licor en andenes y calles, algo que está prohibido.
Aunque los vecinos de El Malecón, del parque Playa y Natilán aseguran que esto ocurre porque los operativos de la Policía solo van hasta la medianoche, el Subcomisario de Tránsito asegura que los controles se extienden incluso más allá del horario permitido para la rumba, es decir, después de las tres de la mañana, “porque es a partir de este momento que entra en acción el plan para impedir que los borrachos conduzcan”.
En la ciudad está prohibido el consumo de licor en las afueras de las licoreras, pero la regla se incumple los fines de semana en algunos sectores como la avenida Cero cerca al puente Francisco de Paula Andrade Troconis, la avenida 1 con calle 15, en la avenida Los Libertadores en los alrededores de la urbanización Prados Club, en Ceiba I, entre otros.
Los vecinos de estos lugares dicen que el consumo de licor en la calle les interrumpe el sueño por los gritos de los borrachos y por la música de los equipos de sonido de los carros.
Más agentes para la rumba
Ante las peticiones para incrementar los operativos de Tránsito, después de culminado el horario de rumba (3:00 a.m), el secretario de Tránsito de Cúcuta, José Luis Duarte, dijo que una propuesta es aumentar el cuerpo de agentes de Tránsito para estas jornadas y cubrir estos horarios. Añadió que se enfocará en los controles de alcoholemia y en los vehículos con parlantes que perturben la tranquilidad de los sectores residenciales.
Las sanciones
A partir de enero comenzará a regir el nuevo Código de Policía que dio herramientas más contundentes a las autoridades para poner freno a los consumidores de licor en el espacio público y al ruido.
Por ejemplo, si hay un vehículo perturbando con sus parlantes la tranquilidad de un sector, la Policía podrá desactivar la fuente de ruido en caso de que se nieguen a apagarla.
También se puede contemplar la incautación del equipo de sonido y emitir un comparendo.
En relación con el ruido y consumo de licor en la vía que perturbe la calma de un sector, el nuevo Código permite disolver las aglomeraciones de público, esto es, a los grupos de personas que estén hablando fuertemente, consumiendo licor y generando ruido en el espacio público.
Como último recurso se puede hacer el uso de la fuerza. La medida correctiva es una multa tipo tres, es decir, 16 salarios mínimos diarios legales vigentes ($367.709).
El Código prohíbe hacer necesidades fisiológicas en el espacio público. Los que violen esta norma serán sancionados con una multa de $735.417.