Hay una fea costumbre que está dejando muy mal presentada a Cúcuta ante los ojos de propios y extraños: arrojar escombros en el espacio público.
Y aunque hay una escombrera municipal adonde deben ir todos los residuos de la construcción que se produzcan en Cúcuta, la gente prefiere hacer el mínimo esfuerzo y dejarlos abandonados donde mejor le parece, sin darse cuenta de que este comportamiento no solo contamina la ciudad, sino que la afea.
¿Por qué este comportamiento? ¿Quién o quiénes lo están promoviendo? La Opinión se dio a la tarea de ir por la ciudad indagando con la gente y las autoridades qué es lo que está pasando para que la ciudad se merezca este trato.
Jorge Armando Monroy, presidente de la junta de acción comunal del barrio Ciudad Jardín, uno de los barrios en los que más escombros se observan en las calles, señaló que es tan responsable el que paga porque le boten los escombros como el carretero que se encarga de esta misión.
“Quienes pagan a particulares para que se deshagan de sus escombros no se imaginan a dónde van a parar estos residuos. Todos piensan que a la escombrera municipal, pero no es así, el carretero que los recibe los arroja en el lote desocupado más cercano”, asegura Monroy.
Al barrio Ceiba I, otro de los sectores más contaminados por los escombros, llegan a diario toneladas a los lotes desocupados que están sin encerramiento. “Lo que más facilita a los protagonistas de esta contaminación es que no hay control de la policía ni de la alcaldía, llegan con sus carretas y los descargan a cualquier hora del día y desaparecen”, dijo Mario Luis Casadiego, dirigente comunal de este sector.
El concejal Oliverio Castellanos coincide con Casadiego en que la falta de control y vigilancia es lo que tiene a Cúcuta convertida en una escombrera pública.
Pero hay más, no se está aplicando el comparendo ambiental que aprobó el Concejo en 2009 para castigar a los promotores de la contaminación en la ciudad.
Esta debilidad en el sistema obedece a la omisión de la policía y de la misma alcaldía, que no asume una actitud enérgica con los responsables de arrojar los escombros al espacio público.
Castellanos señala que como no hay cultura de aseo con la ciudad ni tampoco se aplica la norma, a los contaminadores se les hace fácil seguir ensuciando.
El munícipe anunció que prepara un proyecto de acuerdo para endurecer las multas y darle aplicación al comparendo ambiental. Pero también, para que se obligue a los propietarios de lotes desocupados a encerrarlos para que no los conviertan en escombreras.
Dijo que hay un sitio que entró a operar en 2003 para recepcionar los escombros que se producen en la ciudad, pero aún así, la gente parece ignorarlo.
Voceros de la Fundación Salvemos el Medio Ambiente (Funambiente), que administra la escombrera municipal, localizada en la vía a El Zulia, señalaron que no es misión suya ir a las casas o a los sitios donde se adelantan construcciones a recoger los escombros.
La ley dice que quien genera los escombros es el responsable de la disposición final en el sitio autorizado por la alcaldía. La escombrera municipal, concesión pactada a 25 años, cobra por la disposición de un viaje de cinco metros cúbicos (una volquetada), $6 mil 200.
“Es un trabajo duro de conciencia que la gente lleve a la escombrera sus escombros”, dijeron los responsables de Funambiente.
Uno de los críticos agudos de esta concesión es el exconcejal Pedro Durán, quien asegura que Funambiente se viene embolsillando millonarias sumas de dinero cada año sin cumplir a cabalidad con lo que estipula el contrato.
Dijo que en 2008, cuando la construcción pasaba por un buen momento, se embolsilló más de mil millones de pesos pagados por los constructores cucuteños.
“En esas viene desde 2003, cuando firmó con el municipio de Cúcuta un vejatorio contrato de concesión para construir y administrar la “Escombrera Municipal”. Solo entre 2004 y 2010, la suma recaudada y entregada a Funambiente llegó a cuatro mil quinientos veintisiete millones de pesos”, precisó Durán.
Esta suma –agregó el exconcejal- crece año tras año.
Castellanos, por su parte, considera que la escombrera municipal sí es responsable de la recolección de los escombros dejados abandonados en los sitios públicos.
Las empresas Aseo Urbano y Proactiva S.A. contribuyen con esta tarea como misión y responsabilidad social con Cúcuta. Según directivos de estas operadoras, a sus usuarios se les recoge sin ningún costo un metro cúbico de los escombros que produzcan en sus casas, pero a partir de esa cantidad deben pagar $15 mil por cada metro cúbico adicional.
También apoyan gratuitamente con la recolección de escombros en parques y comunidades organizadas, lo cual hacen en brigadas programadas con la dirigencia comunal.
Impacto ambiental alto
La Policía ambiental ha dado importantes golpes este año a los contaminadores del medio ambiente por arrojo de escombros.
Los dos últimos se dieron en las conocidas trochas Chaparral y El Bicicletero, en límites entre Villa del Rosario y Cúcuta.
Hasta allí llegaban camiones y volquetas a diario a arrojar escombros de la construcción, con los que también se estaba contaminando el río Táchira.
En ambas trochas fueron capturados en flagrancia ocho hombres y retenidos cuatro vehículos en los que se llevaban los escombros.
En total, en ambos sitios se recogieron unas cien toneladas de escombros, reportó la policía ambiental.