La negación del crédito que le notificó el Instituto Financiero para el Desarrollo de Norte de Santander (Ifinorte), a Franklin José Granados Omaña, de 40 años, no le produjo tanto daño como la burla de que viene siendo objeto de parte de compañeros de trabajo y amigos.
Se mofan de él no porque haya quedado privado de contar con los $12 millones que había solicitado para montar un negocio con su familia, sino por el motivo que llevó a que le negaran el empréstito: por ser gordo.
Sí, así como lo lee. Franklin no se hizo merecedor del crédito por pesar 120 kilos. Una suerte distinta tuvieron otros dos compañeros suyos, que también solicitaron y a ellos sí les desembolsaron.
Y aunque el gerente de Ifinorte, Carlos Amarildo García, niega que el préstamo se frustró porque el cliente es gordo, otra cosa es lo que se lee en la respuesta a un derecho de petición que presentó Granados pidiendo conocer los motivos por los cuales no pudo gozar de ese beneficio.
“En atención a su solicitud se le informa que (…) en razón del sobrepeso declarado, queda extraprimado, otorgándole cobertura básica, excluyendo la capacidad total y permanente. Por lo anterior expuesto su crédito queda suspendido”.
El asombro para Granados fue mayúsculo, como quiera que tenía fincadas todas sus esperanzas en el crédito para emprender el negocio de familia que tenía proyectado y con el cual pensaba mejorar sus ingresos que percibe como agente de Tránsito de Villa del Rosario.
“No tiene explicación que una empresa pública discrimine a la gente por el solo hecho de ser gordo”, dice.
Advierte que resulta muy extraño que con él otros dos compañeros solicitaron el préstamo de libre inversión y después de reunir todos los requisitos que exige el Ifinorte fueron declarados aptos para recibirlo.
Sin embargo, tras esperar la convocatoria para el desembolso, “me llevé la sorpresa de mi vida cuando me informan que no había sido aprobado por el sobrepeso que presento”.
Granados asegura que nunca, entre los requisitos que le exigió Ifinorte, estaba el que debía cumplir con un peso específico para tener derecho al crédito.
“A mí nunca me pidieron historia clínica ni me hicieron exámenes físicos ni de laboratorio clínico para saber cuál era mi verdadero estado, luego entonces no cabe explicación que a uno le salgan que por ser gordo no tiene derecho a un crédito”, observa Granados.
Sustenta que el crédito iba a ser descontado por libranza y ello era mejor respaldo para Ifinorte.
Indica que por su condición de agente de Tránsito tiene que prepararse a fondo para estar en forma en el cumplimiento de sus funciones. “Tal vez Ifinorte y la aseguradora no sepan que yo corro todas las mañanas una hora y que alzo pesas todos los días”, dice.
Pero lo que más sorpresa le causa a Granados la negativa de Ifinorte fue el hecho de que la entidad midiera el tiempo de vida que le quedaba por los años que estaba proyectada la financiación del crédito: cuatro años.
Esto –cuenta- me desestabilizó sicológicamente, porque la entidad además de discriminarme le puso límite a mi vida.
Granados es soltero y vive con sus padres en Villa del Rosario.
El caso, según él, también empezó a causarle problemas en su entorno social y laboral, dado que al conocerse la noticia de que por ser gordo no le autorizaron el crédito, empezó a ser objeto de burlas. “Por donde quiera que camino escucho comentarios negativos en mi contra y entonces me acuerdo que Ifinorte me declaró la muerte en vida, porque de no ser así no me hubiera negado el crédito.
El abogado Enrique González Pieschacón, especialista en derecho administrativo, explica que en el caso de Granados se violaron cinco derechos fundamentales a saber: a la honra, a la igualdad, a la oportunidad, a la vida y a la libre personalidad.
Pero también –advierte- se le violó el debido proceso, porque se presumió que Granados iba a morir en los próximos cuatro años.
A él, no le solicitaron historia clínica ni se le practicaron exámenes físicos ni de laboratorio para determinar su real estado de salud, añade el profesional del derecho.
La Constitución –recuerda- no dice en ninguna parte que no se puede ser gordo, por lo que en este caso se está en una situación clara de discriminación que debe ser corregida cuanto antes.
Granados comenta que el fenotipo de su familia siempre ha sido de contextura robusta. “Así me hizo Dios y siempre se me he sentido bien de salud”.
Alega que el director de Ifinorte quiere ahora eludir su responsabilidad en la discriminación que, según él, le están haciendo, al señalar que la entidad sí le aprobó el crédito y que la que lo rechazó fue la aseguradora, en Bogotá.
“El crédito se solicitó fue a Ifinorte y fue el instituto el que me notificó la negación”, afirma.
“Yo le pido a Carlos Amarildo García que replantee su actuación y no le siga haciendo daño a la gente. O es que acaso los flacos no se mueren”, puntualiza Granados.
Lo que dice Ifinorte
El gerente de Ifinorte, Carlos Amarildo García, asegura que la entidad no ha discriminado a Franklin José Granados Omaña.
Dice que el comité de crédito, luego del estudio de los requisitos que se exige para esta diligencia, le aprobó la solicitud a este ciudadano.
Sin embargo, dentro de las políticas de crédito y del manual de riesgos, se contempla que todo empréstito de libranza debe contar con la aprobación del seguro de vida y el mismo no se desembolsará hasta tanto no conocer el concepto de la aseguradora, el cual, para este caso, fue negativo.
En este orden, quien resulta negando el desembolso es la aseguradora, no Ifinorte, insiste Amarildo.
El funcionario reiteró que no es política de Ifinorte discriminar a nadie porque sea gordo, porque sea flaco, o porque sea bonito o feo, no, en el caso de Granados se cumplió un protocolo que está establecido de tiempo atrás para todas las operaciones crediticias.
Amarildo señaló que de todas maneras Granados no quedó descartado definitivamente, porque en el futuro puede volver a aspirar al crédito y el mismo le será desembolsado previo cumplimiento del protocolo.