La venezolana Carolina Martínez, de 26 años, tenía para elegir entre quedarse a dar a luz su primer hijo en su propia tierra o recorrer 12 horas por carretera y alumbrar su cría en Cúcuta, Colombia.
No necesitó pensarlo mucho. La capital nortesantandereana era el destino ideal para que su hijo viera por primera vez la luz de este mundo.
Agarró su maleta, empacó dos vestidos que le había preparado su mamá para después del parto, al igual que una sábana pequeña y el kit de la primera muda de ropa del bebé que le había regalado un tío. Al día siguiente partió en solitario desde la estación de buses de Maracaibo.
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Martínez justificó la decisión en el hecho de que no había garantías en su tierra natal para parir. En caso de una emergencia, las probabilidades de vida de su bebé, por la ausencia de medicamentos, eran inciertas.
“Además, otras mujeres que ya habían venido a tener sus hijos en el Hospital Universitario Erasmo Meoz (Huem) de Cúcuta daban buenas referencias de la atención de primera calidad que recibieron”, dijo la mujer.
El mismo temor que tuvo Martínez a la hora de traer a luz a su primer hijo fue el que indujo a otras 2 mil 634 mujeres a venir a Cúcuta entre 2016 y 2018. Todas migraron hacia esta capital sin pensarlo dos veces.
El buen trato que ofreció a estas venezolanas la comunidad científica del primer hospital del departamento no se compara el que este recibe del Gobierno Nacional, que se desentendió por completo del costo que demandó dicha atención médica. A la fecha, la factura que está pendiente asciende a más de tres mil millones de pesos.
Sin embargo, el hospital no solo ha tenido que enfrentar las menguadas finanzas con las que cuenta para lograr atender a las pacientes en condición de parto, sino que se ha sumado la atención a pacientes venezolanos que requieren de consulta externa, urgencias pediátricas y urgencias adultos, las cuales suman a corte de febrero de este año, 15 mil 368 millones de pesos; de los cuales, solo en diciembre, el Ministerio de Salud giró apenas 2 mil 100 millones.
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Para Ricardo Celis, coordinador del área de facturación del Huem, el hospital de Cúcuta seguirá prestando la atención de urgencias conforme al plan establecido por el Ministerio de Salud, que cobija la prestación del servicio de urgencias a ciudadanos extranjeros, y que en el caso de la capital nortesantandereana, el 98 por ciento es población venezolana.
“Acá no se le podrá negar el servicio a nadie aunque esto signifique que en algún momento haya colapso. Lo preocupante es que la población sigue en aumento y desafortunadamente no vemos respuestas concretas del nivel central por la atención brindada. Estamos sujetos al presupuesto del Huem. Cada peso que recaudamos es ahora fundamental para lo que necesitamos”, dijo Celis.
El coordinador financiero también enfatizó que en el caso de las maternas venezolanas, se pueden presentar múltiples atenciones.
“Como las mujeres extranjeras llegan sin ningún control prenatal, requieren de varias atenciones, es decir, pueda ser que en un mes se presenten 200 pacientes, pero esas mismas pacientes consultaron en diferentes ocasiones y esto significa que el costo por la atención también se incrementa”, precisa Celis.
Los datos que mantiene la oficina de facturación del Huem son contundentes.
En 2016, las atenciones que se les realizaron a las 608 mujeres venezolanas tuvieron un costo de 462 millones 158.624 pesos. Para 2017, la atención se incrementó en más de 200 por ciento, pues se atendió a 1.769 pacientes, lo que generó un costo de un poco más de 2 mil millones de pesos.
Se dispara alerta
Norberto García, médico y coordinador del área de obstetricia, aseguró a La Opinión que la cantidad de maternas venezolanas que llegan al hospital no cesa.
“Hemos tenido que aumentar la disponibilidad del número de camas para la hospitalización de este tipo de pacientes. Al principio, teníamos un promedio de 4 a 5 maternas diarias, hoy, podemos decir que atendemos entre 10 y 14, lo que significa un incremento alarmante, pues si la tendencia se mantiene, finalizaríamos este año con más de 3 mil pacientes maternas”, aseguró García.
A eso, explicó el médico, hay que sumarle la manera en que las urgencias pediátricas y otras atenciones también se incrementan.
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“Como las maternas venezolanas llegan sin ningún tipo de atención previa a nuestra institución, son ingresadas con factores de riesgos tanto para la madre, como para el recién nacido, lo que requiere la autorización de traslados a unidades de cuidados intensivos o urgencias pediátricas. Es decir, no estamos hablando únicamente de atenciones a partos, sino de niveles superiores, es decir, especializados”, enfatizó García.
A pesar de la atención prestada por el Huem, el Gobierno Nacional no ha girado todo el costo que se ha generado y ello ya empieza a preocupar a las directivas del ente hospitalario por cuanto está amenazada la capacidad instalada y, por supuesto, las finanzas, dijo el gerente Juan Agustín Ramírez.
El dilema de la atención
Si el auge de venezolanos que llega a Cúcuta en busca de atención médica continúa en la misma curva ascendente que lleva, muy seguramente la atención en el Hospital Universitario Erasmo Meoz va a presentar traumatismos no solo para esta población, sino para los pacientes locales, advirtió Andrés Eloy Galvis, director de urgencias pediátricas.
El profesional de la medicina reveló que en el año 2017 se registraron 2.152 atenciones (por distintos motivos) en sala de partos, en urgencias de pediatría 2.139, en urgencias de adultos 2.184, y en otros tipos de pacientes 101, para un total de 6.576 atenciones.
Al comparar la cantidad de atenciones a extranjeros en 2015 que se produjeron el cierre de la frontera, se podrá ver la diferencia abismal: solo 782 frente a las 6.576 de 2017. “Y este año, las atenciones están disparadas”, reconoció el profesional de la medicina.
“Nos enfrentamos a un problema: la continuidad de la atención, dice Galvis. Erróneamente, desde un escritorio en Bogotá, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Salud nos dice que solo atendamos la primera consulta a los extranjeros, y listo. Pero si es un recién nacido con una infección grave, ¿de qué sirve que hagamos la primera atención y le pongamos la primera dosis de antibióticos, si se requiere que se hospitalice mínimo siete días mientras se hace el tratamiento? Si nosotros lo sacamos, ese niño nos vuelve a llegar a los tres días o muerto o con una sepsis complicada... ¿Será que no lo atendemos?”, se preguntó Galvis, al señalar que esto es lo que no quiere entender el Ministerio de Salud y por lo cual el hospital está hoy congestionado.