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Cúcuta
Orlando, una lección de autonomía e inclusión
La historia de un cucuteño que es un ejemplo de la autonomía de las personas con discapacidad.
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Keila Vilchez
Keila Vílchez B.
Sábado, 21 de Marzo de 2020

Orlando Enrique Villamizar comenzó a trabajar hace tres años como aprendiz del Sena tras estudiar para ser auxiliar logístico y servicios empresariales.

Claudia Cecilia Pérez, mamá de Orlando, ha decidido apoyarlo para que sea independiente y productivo. Ella es madre de tres jóvenes y Orlando es el mayor de la familia Villamizar Pérez.

Los amigos del colegio Santo Ángel de la Guarda han sido fundamentales para el progreso de Orlando tanto a nivel educativo como social.

Orlando Enrique Villamizar Pérez sueña con viajar por el mundo con el fruto de su trabajo. Y está dando pasos para lograrlo, pero sobre todo, para dar una lección y ejemplo de la autonomía de las personas con discapacidad. 

“Quiero seguir trabajando en el futuro porque quiero viajar mucho por el mundo”, afirma con certeza y seguridad.

De esta forma este cucuteño con síndrome de Down acepta gustoso su trabajo y a la par su proceso de formación y enseñanza, que además acompaña a la perfección con sus clases de natación, golf y las idas al gimnasio. Miles de cosas a la vez, pero todas las hace poniéndole el corazón del tamaño del mundo.

A donde llega Orlando Enrique transforma corazones. Así ha sido desde que nació el 21 de enero de 1997, y hace exactamente tres años empezó a ser modelo de empeño para el resto. “Mi primer trabajo fue en el Club Tenis donde inicié mis prácticas del Sena (Servicio Nacional de Aprendizaje) a los 20 años, allí ayudaba en la atención a los clientes. Me gustaba mi empleo”, cuenta sonriente.

Pero Orlando no se detuvo. Actualmente está trabajando y estudiando a la vez. “Estoy trabajando en el centro comercial Ventura Plaza y estoy haciendo capacitación en bisutería y cerámica”, dice Orlando, quien es el mayor de tres hermanos de la familia Villamizar Pérez.

En el Ventura se desempeñó como auxiliar logístico y servicios empresariales y ha trabajado en diferentes funciones con muy buenos resultados.

“Mis compañeros de trabajo me apoyan y me colaboran con la seguridad también. Son muy queridos”, explica.

Él busca sensibilizar a su entorno sobre la situación de las personas con el síndrome y sobre todos los obstáculos a los que se enfrentan a diario, pero no por ellos sino por las mismas barreras que les ha puesto la sociedad.

Orlando creció en medio de una familia maravillosa que lo ha tratado sin limitaciones. Tal como explica su mamá Claudia Cecilia Pérez: “desde que nació Orlando tuve asesoría siempre pensando en la inclusión y el reto era cómo hacer para que cuando fuera mayor no fuera una carga, sino que fuera una persona independiente y productiva como cualquiera de nosotros”.

La experiencia de Orlando viene a darse luego de que él cumpliera todos los procesos educativos previos para acceder al sector laboral. 

“Él hizo su curso del Sena con todas las exigencias, obviamente hay que hacer algunas adaptaciones curriculares en cuanto a la forma de presentar los exámenes, pero igual los logros deben darse de acuerdo a las competencias requeridas para la carrera que está haciendo”, precisa la mamá de Orlando, que integra la Red de Familias por el Cambio, red nacional que se dedica a promocionar o a hacer que se cumplan los derechos de las personas discapacidad intelectual.

En Colombia uno de cada 800 bebés nacidos vivos tiene el síndrome de la trisomía 21, es decir, que quien nace con el síndrome hereda todo o parte de una copia extra del cromosoma 21.

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Escolaridad normal

“Estudié en el colegio Santo Ángel de la Guarda, fui muy juicioso y cumplí siempre con mis tareas, mis amigos del colegio son muy importante para mí, a los cuales quiero mucho, ellos son parte de mi corazón”, dice con dulzura Orlando, quien es aficionado del fútbol.

En el colegio sus amigos le enseñaron a jugar al balompié y baloncesto, pero confiesa que le gusta bailar y es fanático de Shakira, Maluma y el reguetón. “A veces bailo mucho porque me gusta”.

Los amigos de Orlando son más sensibles con el tema, incluso sus familias.

La parte educativa de Orlando la desarrolló en colegios normales contando con el apoyo de profesionales comprometidos con el proceso de inclusión; sin embargo, explica su mamá, también encontraron profesores que no creen en dicho proceso de inclusión de las personas con discapacidad.

“Poco a poco esos mismos profesores y la gente ha tenido que ir aprendiendo y ver que son más los beneficios para las personas del común cuando tiene una persona incluida con discapacidad”, dijo.

La mamá de Orlando recomienda que estudien en colegios normales, porque hace que progresen más rápido. Confiesa que existen ciertas dificultades con algunas materias, pero existe la adaptación curricular y Colombia a partir de 2011 ratificó la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, donde se especifica que la educación debe ser inclusiva a todos los niveles. 

“Las limitaciones se las ponemos nosotros mismos, ellos no tienen límites”, dice Pérez.

Trisomía del cromosoma 21 Las personas tienen normalmente 46 cromosomas divididos en 23 pares en cada célula; en cada uno de ellos va la información genética de la madre y del padre. Cuando el niño tiene el síndrome hay una copia de más del cromosoma 21. Cuando esto ocurre cambia la forma en la cual el cuerpo del niño se desarrolla, así como su cerebro. Ayer 21 de marzo fue el Día Mundial del Síndrome de Down.  

“Para efectos prácticos, las características son las mismas, no existen grados en el síndrome, porque estamos hablando de una condición genética, pero tiene una variabilidad dependiendo del entorno donde crezca el niño. Si a la persona que tiene el síndrome no se le dan las oportunidades, no va a progresar. No lo podemos limitar porque tiene el síndrome”, dice Claudia Cecilia Pérez, integrante de la Red de Familias por el Cambio.

Explica que existen varias pruebas que puede hacerse la madre durante el embarazo, que dan indicios sobre si el bebé tiene el síndrome. “El diagnóstico cuando lo hacen no es 100% efectivo, existen unos falsos positivos y unos falsos negativos”.

Sin embargo, Claudia Cecilia dice que ella recomienda que tengan el bebé.

“Uno hace cosas que normalmente no haría otra mamá. Uno ve los logros que hacen los niños pero con ellos es distinto, porque cuando uno tiene un niño normal en ocasiones no se da cuenta de esos logros, y aquí usted se da cuenta de cada detalle y es una felicidad infinita, nos volvemos educadores de la sociedad. Nos volvemos privilegiados”. 

 Orlando Enrique Villamizar comenzó a trabajar hace tres años como aprendiz del Sena tras estudiar para ser auxiliar logístico y servicios empresariales.

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