Recorrer las calles de la parte baja de Palmeras es encontrarse con la historia de un sector vulnerable, donde las personas anhelan que las diferentes entidades se acuerden de ellos para ejecutar planes de pavimentación y seguridad, entre otros.
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Hace 48 años arrancó la conformación de este sector de la ciudadela Juan Atalaya, cuando las primeras familias negociaron con la Alcaldía de Cúcuta la ocupación de unos terrenos del municipio.
Una vez la administración aprobó esa idea, le entregó a la comunidad los lotes para que construyeran sus viviendas y espacios demarcados para la iglesia, la cancha, las vías y otros puntos necesarios para la prosperidad del barrio.
Es de destacar, según habitantes de esa zona, que al principio, los barrios Cúcuta 75 y Palmeras eran una extensión de un sector que conocían como Primero de Mayo, pero en 1975 y 1990, respectivamente, ambos sectores se independizaron.
Antes de esto, cuando el barrio recién se fundó, la comunidad se las ingenió para construir sus humildes viviendas, pavimentar las vías y construir el acueducto y el alcantarillado.
La meta era vivir en condiciones dignas, por eso la gente consiguió que las empresas de acueducto y alcantarillado, de ese entonces, les ayudara con los materiales, mientras los habitantes ponían la mano de obra.
Cada persona trabajaba para traer el agua potable al barrio y tener un alcantarillado digno. Las redes de la energía llegaron con postes de madera, que se extendieron por cada cuadra.
Francisco Antonio Gómez Arteaga, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC), Palmeras (parte baja), indicó que los vecinos de los tres barrios recuerdan con aprecio esa época de lucha y unión.
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“Construimos el alcantarillado y el acueducto de la mano de las empresas que nos aportaron los implementos y los materiales… Hicimos bazares para también tener recursos para otros temas”, dijo Gómez.
No hay calles sino trochas
Recorrer las vías de ese sector de la ciudadela de Juan Atalaya es complicado, algunos conductores prefieren no ir hasta allá por los huecos que hay en la mayoría de las cuadras.
Los motociclistas conducen con precaución, porque podrían caerse. Incluso un equipo periodístico de La Opinión evidenció como un taxi por poco y queda encima de un andén al tratar de pasar por una de las vías en mal estado.
Según la JAC, el 60% de las vías están en mal estado, las calles restantes están a poco de convertirse en trochas.
¿Qué ha hecho la comunidad?, esperar a que las entidades tomen cartas en el asunto para llevar a la zona alguna obra de recuperación de vías, mientras tanto le echan escombros en los huecos.
El líder comunal señaló que los vecinos se han unido para pavimentar con cemento y materiales que ellos han comprado, pero no es suficiente para cubrir el daño del manto asfáltico.
“Hace años, cuando recién estaba fundado el barrio, la gente hizo un convenio con las empresas –pusimos la mano de obra- y arregló alrededor del 70 por ciento de las vías. Actualmente hay un deterioro significativo”, dijo Gómez.
Hasta las busetas dejaron de pasar por el barrio por el temor de algún daño, dejando a los vecinos sin otra opción que caminar largos trayectos hasta la Autopista de Atalaya para conseguir transporte.
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Los triunfos comunales
Actualmente el barrio tiene una cancha de fútbol en buenas condiciones, un puesto de salud, la Escuela Rafael Pombo y la capilla San Marcos.
Según el representante de la comunidad, el colegio se construyó en 1991 para albergar a los niños que debían caminar hasta otros barrios para recibir sus clases, por lo que se buscó que la Alcaldía iniciara la obra.
El canal que los separa
Un canal de aguas lluvias es el límite entre los barrios Belisario y Palmeras (parte baja). Esa estructura ha sido una molestia para los vecinos que deben aguantar los malos olores que desprende del agua estancada.
A ese ducto llegan aguas negras que se estancan y sumadas a la basura que las personas arrojan allí, se convierte en un causante de enfermedades y criadero de zancudos.
Un habitante de ese sector señaló que tiene miedo de que las lluvias provoquen que el nivel del agua aumente y arrase con el patio de su residencia, pues hace unos años habría ocurrido lo mismo.
“En 2011 colapsó el alcantarillado y las aguas negras fueron a parar en esa cañada, pedimos un proyecto comunidad-gobierno para mejorar esa estructura”, dijo el preocupado hombre.
¿La seguridad?
La comunidad está cansada del abandono en el que se encuentra este barrio, la inseguridad y la poca presencia de las autoridades aumenta el riesgo.
Antonio Gómez señaló que las autoridades hacen poca presencia en el barrio, por lo que exige que aumenten el número de policías que vigilan la zona.
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