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Cúcuta
¿Qué sucede con los muertos que nadie reclama en el Meoz?
El Hospital de Cúcuta publica edictos y agota todos los mecanismos de búsqueda de los dolientes.
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Jennifer Rincón
Sábado, 15 de Febrero de 2020

Paúl Castellanos, 35 años, llegó por sus propios medios a urgencias del Hospital Universitario Erasmo Meoz (Huem), el pasado 21 de enero, aquejado por una dolencia; nunca pronunció ninguna palabra, por lo que no se tenía mayor referencia de su vida ni de su familia.

A través del  Servicio de Información y Atención al Usuario (Siau), se publicó un edicto en la página web y en las redes sociales del Huem buscando a sus familiares o a su red de apoyo. Nadie acudió al llamado. Seis días después falleció en la camilla 85.

Nadie lloró sobre su cuerpo, nadie lo ha reclamado y a la fecha el hospital publicó un primer edicto a la espera de que algún conocido aparezca y le dé sepultura.

“El paciente escasamente asentía con la cabeza para responder si tenía alguna dolencia, no tuvo visitas y aunque traté de entrevistarlo en tres oportunidades, nunca respondió”, recordó  Francy Chacón, trabajadora social del Huem. “Parecía que fuera un habitante de calle”.

Aunque el Siau reportó el caso a la Registraduría, la Policía Nacional, Medicina Legala, Fiscalía y Registro Nacional de Desaparecidos (RDN), su cadáver sigue en la morgue del hospital.

En ocho días lanzarán el segundo edicto, si no lo reclaman en las próximas dos semanas, se activarán los protocolos para que el cuerpo de Paúl Castellanos, de ser apto para estudios, quede a disposición de las universidades locales para fines científicos o el municipio costeará los gastos de la sepultura y sus restos quedarán en el Cementerio Central.

Además de Castellanos, un difunto más permanece allí sin dolientes: Édgar Jiménez Molina, 51 años, (falleció el 21 de enero).

El procedimiento

Raquel Rodríguez, coordinadora del área de patología del hospital, explicó que al tercer día del fallecimiento de los pacientes si ningún familiar reclama el cuerpo, se llama a las universidades (Udes o Universidad de Pamplona) para que formolicen el cadáver para evitar su descomposición, pues ni siquiera los -20 grados centígrados de la morgue los preserva.

“Si luego de sacar los edictos nadie los reclama, las universidades se los llevan y  los dejan otros seis u ocho meses en piscinas de formol a la espera de que aparezcan los familiares, si en este tiempo ya no son reclamados los utilizan para estudios científicos”, explicó Rodríguez.

Sin embargo, entregar un cadáver para estos fines no es tan sencillo. Se debe diligenciar un acta de entrega del cuerpo con las firmas del subgerente de salud, trabajador social, jefe de prensa del hospital y universidad interesada, con las evidencias que soporten que se agotaron todas las instancias de ley para ubicar a los dolientes.

Si los tiempos de espera han caducado,  pero los familiares aparecen posteriormente, se realizan los trámites necesarios para que el cuerpo sea devuelto a ellos. Si este fue enterrado en el Cementerio Central, se exhuma; en el caso de que aún lo tenga la universidad se le entrega el cadáver a los familiares para que le den sepultura, indicó Jorge Enrique Fossi Becerra, coordinador  del Siau.

Aunque  el depósito de cadáveres del Huem tiene una capacidad para 12 cuerpos, solo dispone de seis camillas, por lo que cuando la cantidad es mayor, se debe improvisar con camillas de ruedas y arreglárselas como puedan. En alguna oportunidad llegaron a almacenar hasta 14 cuerpos, por lo que tuvieron que prender las alarmas ante el municipio por riesgo sanitario.

Cabe resaltar que los cuerpos de quienes tuvieron una muerte violenta no permanecen por más de 24 horas en este depósito, ya que la Brigada Interistitucional Contra Homicidios (Brinho) los traslada hasta Medicina Legal para continuar con la investigación.

En 2019, de los 1.300 cuerpos que pasaron por el depósito, 15 no tuvieron dolientes, y según Raquel, hubo de varias nacionalidades y edades.

Entre los casos más curiosos registrados en este lugar está el de un  libanés que duró año y medio en la morgue, pues los trámites para repatriar su cadáver se extendieron. En otra ocasión un mexicano duró seis meses allí, mientras se adelantaban los trámites con la cancillería. Finalmente, fue enterrado en la capital nortesantandereana.

Enfermos sin dolientes

Los difuntos no son los únicos que están sin dolientes en el Huem. Durante todo el año decenas de enfermos duran días internados padeciendo sus dolencias sin que nadie, solo en 2019 el Siau realizó 75 publicaciones en la página web y redes sociales del hospital para ubicar las redes de apoyo de los pacientes.

En el primer mes del 2020 se registraron 23 casos de personas que no tuvieron acompañamiento de sus familiares durante su estancia en el hospital, pues ingresaron porque un particular o la Policía los llevó; y otras 15 que pese a que se pudo localizar a sus seres queridos, no tuvieron acompañamiento por lo que el Huem las categoriza como negligencia de su red de apoyo. 

“Esta negligencia se dispara en el mes de diciembre, cuando los familiares dejan de visitar a los pacientes por estar pendientes de las fiestas decembrinas. En una ocasión tuvimos un caso donde la hermana de un paciente alegó que no podía venir por él porque se iba para Chinácota”, indicó una de las funcionarias del  Servicio de Atención e Información al Usuario (Siau).

Jorge Enrique Fossi Becerra, coordinador del Siau, explicó que muchas veces estos pacientes, que en su mayoría son indigentes, entran y salen del hospital en múltiples oportunidades por distintas patologías, como es el caso de Junior Albeiro Velandia, de 29 años, quien ha ingresado por urgencias en por lo menos cuatro oportunidades en lo corrido del año. La última vez que llegó fue por una pequeña cirugía. Nunca ha tenido red de apoyo y aunque tampoco habla mucho de su vida, se presume que es habitante de calle.

“La primera vez que Junior llegó acá fue por un golpe que lo dejó parapléjico. Ahora anda en silla de ruedas y llega constantemente por distintas situaciones”, indicó una de las trabajadoras sociales del hospital.

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