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Cultura
Ana María Patiño, una batuta de La Unión que deslumbra en Suiza
Residente en Suiza, la directora antioqueña dirigirá un concierto inspirado en las vivencias de los expatriados.
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Colprensa
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Martes, 25 de Junio de 2024

Ana María Patiño Osorio es uno de los nombres relevantes de la nueva generación de directores clásicos de Colombia. Con menos de treinta años ya tiene experiencia al frente de orquestas internacionales y colombianas. Nacida en La Unión, Antioquia, y radicada en Suiza, está de visita en la ciudad para dirigir el concierto que la Orquesta Filarmónica de Medellín ofrecerá el sábado 29 de junio en el Teatro Metropolitano a las seis de la tarde.

Este evento musical tendrá dos momentos. En el primero, los músicos búlgaros y venezolanos de Filarmed se conectarán con el público gracias a una presentación especial. Luego, Ana María dirigirá piezas de Beethoven, de Dvořák y de Carlos Medina.

Comencemos hablando de su trayectoria artística, musical...

“Bueno, yo nací en el 95, en La Unión. A los cinco años, más o menos, mi mamá me metió a las clases de música del pueblo y ahí empecé a tocar saxofón, que es mi instrumento de siempre”.


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Y este no es un instrumento de la orquesta clásica, ¿o sí?

“No, no lo es. Yo creo que si tocara un instrumento de la orquesta normal, hubiera seguido tocando el instrumento y eventualmente sería directora. Crecí tocando saxofón, viajando por Colombia para ir a muchos concursos de las bandas, teniendo amigos de muchos municipios, conociendo todos los pueblos de Antioquia.

Tuve un profesor muy bueno de música desde los cinco años, John Jairo Martínez, que siempre me impulsó a estudiar profesionalmente música. Siempre me llamó muchísimo la atención la dirección. Y en Semana Santa, todos los Jueves Santos, iba la banda de la Universidad de Antioquia a tocar en la Iglesia de la Unión. Y yo me acuerdo que mi mamá siempre me llevaba. Me llamaron la atención los directores: me sentía hipnotizada por ellos.

Empecé a dirigir en mi casa con músicos imaginarios. El profesor John Jairo me dio las primeras oportunidades para dirigir cuando yo tenía unos 12, 13 años. Eso me impulsó mucho. Luego, cuando empecé a estudiar música profesionalmente, me gané un concurso para estar en la Banda Sinfónica Nacional Juvenil.

A partir de ahí me dieron una beca para estudiar saxofón en Eafit, pero yo siempre he querido ser directora. Seguí tocando el saxofón un tiempo, pero ya estaba convencida de cambiar mi énfasis por el de la dirección. Estudié unos meses con la maestra Cecilia Espinosa y luego seguí con quien es mi mentor, el maestro Alejandro Posada. Me gradué de Eafit y luego me fui a Suiza a hacer una maestría. Desde hace dos años soy la directora asistente de la orquesta Suisse Romande”.


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He notado en la biografía de muchos músicos antioqueños la importancia de las iglesias y las escuelas locales en sus carreras...

“Sí, son muy importantes. Son muy importantes los profesores en los municipios. El profesor que yo tuve en La Unión nos enseñaba a todos a tocar todos los instrumentos, hacíamos de todo y él hacía de todo. Y resultó ser para mí como un faro desde siempre. Uno no se imagina en esos momentos que la educación tenga tanto impacto en los niños y en los jóvenes. A pesar de que muchos no sean músicos profesionales, a música los cambió. Yo crecí en un entorno muy sano y muy lleno de amigos y de experiencias que solo pudieron pasarme por la banda sinfónica”.

¿Qué debe tener un músico que aspira a la dirección de una orquesta?

“Yo creo que es un asunto de propósito. A mí lo que me pasaba era que disfrutaba mucho tocar saxofón, pero sentía que quería tener un acercamiento a la música mucho más global, que no fuera solamente de mi instrumento. Igual nadie puede hacer música solo, pero lo que pasa con la dirección es que tienes una cercanía con la música que es universal. Tienes que entender todos los instrumentos, por supuesto. También la historia, la teoría musical, y tener una gran capacidad de liderazgo, de comunicación, de psicología. Es como una profesión universal”.


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Hablemos de la experiencia de ser directora en Europa...

“Ha sido una experiencia muy enriquecedora. Ha sido difícil, por supuesto. Creo que vivo las dificultades de ser migrante que nos pasan a todos. Yo siempre había admirado mucho a las personas que se iban del país a buscar otros caminos y ahora que lo he vivido entiendo mejor las cosas que pasan alrededor. No es sencillo.

Por supuesto, hay que estar muy preparado emocionalmente, sobre todo para los retos que trae. No es sencillo tampoco ser una mujer joven, latina, que toma las decisiones de una orquesta que lleva años y años y años tocando de cierta manera. Pero a medida en que tú aprendes más de ti mismo, tienes más convicción. Entonces, trabajar con orquestas como con las que estoy trabajando me ha hecho crecer mucho, pero también creo que ser latina, ser colombiana, también me da muchas ventajas, creo yo. Eso me da como fuego, mucho impulso, de alguna manera”.

Supongo que dirigir a una orquesta, digamos, latinoamericana, debe ser diferente en algo a dirigir a una orquesta europea...

“Es diferente, desde el idioma. Lo del idioma es una cosa fundamental, porque tiene mucho que ver en cómo piensas tú la música. Yo, por supuesto, pienso lo que la música me dice en español, que es mi lengua materna, y creo que eso ya abre un camino muy importante. Eso ya, para empezar, es algo importante, porque cuando uno está ensayando en otros sitios, en otros idiomas, como que le cambia completamente la manera de ver la música. Entonces, ya cuando vengo a dirigir a Medellín, a Uruguay, a Perú, poder expresar mis ideas en español es ya algo que me genera mucha tranquilidad, y más confianza”.

¿Cuál es la particularidad de la música, por ejemplo de los músicos clásicos de aquí de Antioquia?

“Es que es muy especial. Venir a Filarmed significa reencontrarme con un montón de amigos. Entonces, implica escucharlos otra vez, pero, como han pasado los años, yo tengo una visión distinta de muchas cosas. Aquí tú sientes vitalidad y ganas de hacer música. Si tú los inspiras y si estás con ellos, es muy sencillo recibir de ellos inmediatamente una grandísima energía. Esto no pasa con todas las orquestas en Europa, allá hay que mover un poco más la energía. De pronto el clima tiene que ver con eso. Medellín, siendo una ciudad tan cálida, pues la gente es así, cálida. Cuando trabajas con músicos de aquí sientes esa calidez y las ganas de tocar y lo disfrutas mucho más”.


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