La emergencia sanitaria desatada por la expansión del nuevo coronavirus empieza a hacer mella en los bolsillos de los miles de trabajadores por cuenta propia. Sus ingresos son tan bajos que un día más de aislamiento es un día más cerca de la ruina.
El área metropolitana de Cúcuta tiene 220.000 autoempleados que, en estas condiciones de confinamiento, no pueden soportar los gastos diarios del hogar, teniendo en cuenta que el gasto mensual por personas es de $840.000, según la firma Raddar.
Además, el DANE considera pobre a un hogar de cuatro personas cuando sus ingresos no superan el millón de pesos, para el caso de Norte de Santander. Y si los ingresos están por debajo de los $457.416 mensuales, ese hogar está en la pobreza extrema.
Un día de cuarentena les cuesta a los trabajadores por cuenta propia $21.366. Según el DANE, estas personas tienen un ingreso mensual promedio de $640.996 y dicha suma equivale al 73% del salario mínimo ($887.803) sin auxilio de transporte.
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Teniendo en cuenta el promedio de ingreso diario de un autoempleado, se estima que esta población deja de percibir $4.700 millones al día, un poco más de lo que invirtió el municipio de Cúcuta en el Parque de la Vida, frente al cementerio central, en la comuna 10.
Si el 27 de abril se acaba la cuarentena, las pérdidas de los trabajadores por cuenta sumarían $141.020 millones. Monto que equivale al recaudo predial del municipio de las vigencias 2017, 2018 y 2019, según datos de la Secretaría de Hacienda de Cúcuta.
Ahora bien, si lo que queremos saber cuánto suman los ingresos de esta población en un año, se multiplica el ingreso mensual promedio ($141.020 millones) por doce meses, para un total de $1,7 billones, cifra superior al PIB de la construcción en 2018 ($1,4 billones).
Al dimensionar los ingresos de los trabajadores por cuenta propia, se observa que el impacto de la cuarentena en la economía regional va a ser alto, si se tiene en cuenta que más del 30 por ciento de los ingresos de los hogares se destina al rubro de alimentos.
Y si no hay ingresos o esta población no tiene cómo generarlos por el confinamiento, su capacidad de aguantar esta situación tiene un límite y pronto se verá en la imperiosa necesidad de salir a las calles para no dejar morir de hambre a sus familias.
Jorge Ramírez, investigador del Observatorio Regional del Mercado de Trabajo de Norte de Santander (Ormet), señala que el panorama es dramático y complejo porque Cúcuta es la receptora de la mano de obra local, rural y migrante.
“El panorama es complejo (…) Cúcuta y el área metropolitana presentan alta tasa de desempleo (18,1por ciento para el trimestre diciembre-febrero) y el 71,4por ciento de los ocupados son trabajadores informales”, explica el docente.
Advierte que la caída de los ingresos de los trabajadores informales no se contabiliza en las cuentas nacionales para la medición del PIB nacional y regional, luego dicha caída se refleja en la vida de las personas que viven del rebusque diario.
Ramírez manifiesta que el ingreso mensual promedio de un trabajador informal en el área metropolitana es de $571.375. Mientras que, para los trabajadores por cuenta propia, dichos ingresos rondan los $521.847.
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Afirmación que basa en un estudio elaborado por investigadores del Ormet, a partir de la Gran Encuesta Integrada de Hogares de 2015, denominado Informalidad Laboral: el caso de los pimpineros y los vendedores ambulantes (Universidad Libre, 2019).
El investigador también se refiere a un estudio de la Universidad de Los Andes que calcula en $104.519 millones los ingresos totales por mes que dejarían de recibir los trabajadores informales con una actividad clasificada como vulnerable a la incidencia de la COVID-19.
Entre ellas aparecen: textiles y prendas de vestir, cuero, construcción, comercio al por mayor y al por menor de productos no básicos, restaurantes y hoteles, entre otros. Los cálculos fueron hechos por Marcela Eslava y Margarita Isaacs, con datos de 2019.
Sobre el tiempo que puede aguantar esta población en las condiciones actuales, Ramírez dice que es difícil de determinar y tampoco hay estudios ni evidencia local disponible para establecer un espacio de tiempo preciso.
“Lo real es que, ante los ‘shocks’ económicos y el choque adicional generado por la pandemia, golpean más fuerte a la población en condiciones socioeconómicas desfavorables, como los trabajadores dedicados a las actividades informales”.
Aunque el Gobierno Nacional ha acudido a los programas sociales para mitigar la crisis y los gobierno municipales y departamentales, a los mercados para asistir a los más pobres, este “plan no será suficiente de continuar las medidas de salud pública”.
El docente e investigador sugiere que después de la crisis sanitaria es necesario crear un programa integral y local que permita el tránsito hacia la formalidad, lo cual requiere de acceso a educación y la formulación de ideas productivas.
Además de acceso al crédito de fomento no bancario, asistencia especializada para el desarrollo e implementación de los proyectos productivos, con una alianza público-privada para comercializar, distribuir y vender de productos y servicios.
Inflación y consumo
Camilo Herrera, presidente de la consultora Raddar, experta en consumo y mercados, explica que tras casi un mes de aislamiento el gasto de los hogares por fuera se reduce y aumenta el gasto del mercado, con un crecimiento en aseo, limpieza y desinfectantes.
Los alimentos pesan un 35,9 por ciento en el gasto de las familias cucuteñas: su gasto promedio mensual por persona es de $840.000. A nivel nacional es suma asciende a $1’325.000, señala el experto en comprender el mercado y analizar a los consumidores.
Según lo observado en marzo, afirma que los grupos de gasto que se verán más afectados por la cuarentena son transporte y entretenimiento. El mes pasado, el transporte público fue uno de los subgrupos con más tasa de inflación en Cúcuta: 14,3 por ciento.
“La inflación seguirá creciendo en algunas categorías y bajará en otras de manera importante; donde haya demanda, subirá, y donde bajen las ventas, los precios bajarán”, señala Herrera al ser preguntado por el impacto de la migración en la inflación en el área metropolitana.
Perfil del cuenta propia
Los trabajadores por cuenta propia son aquellos que ejercen una actividad profesional u oficio de forma habitual a cambio de dinero sin un contrato laboral que lo vincule a ninguna empresa, de modo que trabaja a nombre propio.
Esta población representa el 64,1 por ciento de la fuerza laboral del área metropolitana. El 49 por ciento son vulnerables y el 31 por ciento son pobres, alrededor de 176.000 personas. El 19,5 por ciento está en la clase media y el 0,6%, en la clase alta.
Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares 2019 del DANE, 94,7 por ciento de los ocupados por cuenta propia no tienen contrato, unas 208.000 personas. Solo el 5,3 por ciento tiene un contrato (12.000 personas) y el 1,8 por ciento, un contrato verbal.
Por grupo social, el 84 por ciento de los trabajadores por cuenta propia pertenece a los estratos 1 y 3 (185.000 personas). El 14 por ciento corresponde a los estratos 3 y 4 (32.000 personas) y el 5 por ciento, al estrato 5 (1.000 personas).