La pandemia ha cambiado al mundo, no solo por el ‘apagón’ que provocó en gran parte de las actividades humanas, sino por las grandes transformaciones sociales y económicas que se avecinan en el planeta.
La agroindustria y la tecnología probaron su importancia y capacidad de evolución para afrontar condiciones como las generadas por el aislamiento social obligatorio.
La necesidad de tener alimentos, las facilidades que ofrecen la tecnología y los canales digitales para hacer operaciones comerciales, les mostraron a los consumidores que hay otras alternativas que podrían volverse parte de la vida diaria.
En el campo económico, para el caso de Colombia los expertos proyectaron por el ‘efecto coronavirus’ reducciones en el empleo como lo confirmó el DANE en abril de 2020, cuando se destruyeron 5,4 millones de puestos de trabajo, así como una caída en el Producto Interno Bruto (PIB).
Fedesarrollo estimó que la economía nacional tendrá una contracción no inferior al 2,7 % este año, por causa de un menor ritmo de las actividades productivas y por la reducción sustancial en el consumo de los hogares.
Los pronósticos iniciales estimaban que la economía crecería alrededor del 3,3 %. El centro de investigación detalló que en este escenario los sectores agropecuario y de información y comunicaciones serían los únicos con crecimientos superiores al 2 %.
El resurgimiento del campo
Guillermo Sinisterra, economista de la Universidad Javeriana, resalta que Colombia tiene la oportunidad de usar las hectáreas del oriente del país, en donde no se han implementado cultivos agrícolas por las difíciles condiciones de inversión, para lograr atraer capitales nacionales o extranjeros e impulsar nuevas líneas de producción en esos territorios.
“Hay que poner a producir esa área, ahora que la infraestructura está avanzando. Actualmente, hay grandes cultivos de palma, caña de azúcar, caucho y otras maderas, pero la idea sería competir con frutos que solo se den en nuestra región, y que tengan un alto valor agregado”, considera el especialista.
En concepto de Alexander Botello, coordinador del programa de Economía de la Universidad de Pamplona, y Jazmín Manzano, directora del Observatorio Socioeconómico Regional de la Frontera, para el sector agrícola será clave diferenciar qué productos son de consumo directo y cuáles insumos, y el mercado al cuál van a apuntar.
“Es clave identificar si serán productos de consumo local, nacional o de exportación; por tanto, los impactos favorables o negativos serán diferentes dada la diversidad de las actividades agrícolas”, explica Botello.
Manzano añade que el fenómeno sanitario y las medidas que se han tomado en todos los países tendrán repercusiones sobre el abastecimiento de insumos para gran parte de la actividad agrícola que, sumado a la devaluación del peso, crea presiones inflacionarias sobre ese renglón de la economía.
Para los economistas, los sectores que podrían sortear adecuadamente la situación serán los que estén mejor organizados, agremiados, con una mayor participación de los agricultores, dado que podrán gestionar efectivamente los apoyos de los entes territoriales.
“Estos gremios también tienen la posibilidad de diseñar planificaciones estratégicas, por ende, los que podrían correr mayores riesgos son la agricultura artesanal y la de pequeña escala”, agrega Botello.
Otra de las claves en el área agroindustrial será la forma de comercializar y que la relación entre productor y consumidor final sea cada vez más estrecha.
Por eso, Sinisterra resalta que muchas agremiaciones de productores desarrollan aplicaciones para vender mercados directamente de la plaza o del campo a la puerta de las casas, algo que no se veía antes.
En Norte de Santander, Édgar Pallares, director ejecutivo de Asomunicipios, dice que trabaja en la incorporación de herramientas virtuales para la comercialización de los productos agropecuarios de la provincia de Ocaña y del Catatumbo.
“Hay un repunte en los precios de algunos productos, esta es una oportunidad histórica que debemos aprovechar con una oferta acorde con la demanda actual y apuntando a canales de ventas novedosos para llegar a nuevos mercados”, indica.
Para mostrar que de todas maneras no todo es color de rosa para el agro, Manzano advierte que los palmicultores podrían verse afectados negativamente por la reducción de la demanda de combustibles biodiésel tanto localmente como internacionalmente.
“La capacidad de almacenamiento del aceite es crucial y podría, según su tope de almacenaje, provocar que se detengan las plantas de producción”, es la consideración de la economista Jazmín Manzano.
Por su parte, Alexander Botello pone de manifesto que la caficultura podría presentar dificultades por la escasa disponibilidad de mano de obra, aunque previendo esta situación ya existen esfuerzos institucionales de orden nacional para evitar este problema.
“Esta situación puede ser la oportunidad de transformar sustancialmente el campo no solo en el departamento, sino en el país, haciéndolo más productivo, colaborativo y competitivo, como un llamado para garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria”, concluyeron.
La cuarta revolución
Héctor Santaella, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cúcuta, resaltó que la COVID-19 demostró que nada volverá a ser igual, y que el uso de los canales virtuales para la adquisición de bienes y servicios se ha posicionado en el país y el mundo.
“Debemos reinventarnos, entender cuáles son las empresas y actividades que tendrán una reactivación. Desde la Cámara vamos apoyar a los emprendedores que quieran entrar al mundo digital”, manifesta el líder gremial.
Guillermo Sinisterra, economista de la Universidad Javeriana, observa un nuevo fenómeno que empezó a crecer en Bogotá, donde muchas empresas han tomado la determinación de no volver a demandar espacio físico para montar oficinas.
“Con el teletrabajo la productividad no ha bajado, entonces, las firmas van a mantener solo el personal esencial en sus oficinas, especialmente en el sector servicios, en temas financieros, de derecho, ingeniería y arquitectura”, precisa.
Además, el economista asegura que las habilidades en manejo de software, de creación de páginas web y de aplicaciones van a tener una mayor demanda.
“Las labores de intermediación van a caer porque las firmas van a llegar más directamente a los clientes, y en este panorama los servicios digitales serán esenciales”, puntualizó.
En este nuevo escenario de un mercado más digital, los sectores del entretenimiento y el turismo son los que tendrán los mayores retos, porque la rentabilidad de sus actividades en internet es baja y la informalidad que existe en el mundo virtual es muy grande.
Un reimpulso
Jorge Ramírez, investigador del Observatorio Regional del Mercado de Trabajo de Norte de Santander (Ormet), destaca tres actividades en donde habrá grandes oportunidades en la pospandemia:
1. Atención y cuidado a la primera infancia y los adultos mayores.
“La pandemia ha permitido revaluar el cuidado integral de estas poblaciones. Sobre todo que en Colombia hay una transición demográfica y a nivel regional no es la excepción. Por eso, se va requerir una demanda mayor de estos servicios profesionales”, explica.
2. Servicios de salud
Los asuntos relacionados con la nutrición y salud tomarán una mayor relevancia en la vida de las personas, mientras que los servicios de atención en clínicas privadas y hospitales saldrán fortalecidos luego de esta pandemia.
3. Trabajo doméstico
“El aislamiento social ha provocado que dentro del hogar se haga visible el trabajo doméstico remunerado”, asegura Ramírez.
Para el economista, la distribución de cargas de los oficios del hogar durante la cuarentena ha modificado la visión de las personas sobre estos oficios y su importancia. Por lo que se podría esperar una mejora en su retribución en términos de reconocimiento social y mejores salarios.