Enfoquémonos en una agenda para 2026 cuando vendrán dos elecciones vitales para Colombia, como son las de Congreso de la República y las de presidente, instituciones que requieren de una vigorización para el mejoramiento de las condiciones de vida de sus habitantes.

La visión de una Colombia que tiene futuro es la forma de contrarrestar, desde lo positivo, el negativo ambiente que ahora enfrentamos como consecuencia de las múltiples crisis existentes, actuando desde la resiliencia para buscar las mejores propuestas y opciones.

Al poner el partidor en cero en la carrera presidencial, los colombianos debemos llamar a los nuevos liderazgos para que comiencen a plantear su visión de país y a recorrer las regiones que es donde realmente se sienten con mayor crudeza los problemas en todos los órdenes.

Hay algo que deben entender quienes entren a engrosar el abanico de opciones frescas para llegar a dirigir los destinos nacionales, es que el populismo de cualquier índole y color no es el camino, como lo hemos notado en los últimos años.

En ese sentido, una ciudadanía cansada de la polarización y de los intentos de generar una lucha de clases, no soporta más los sesgos ideológicos que al final del día conducen a la limitación del ejercicio de las libertades y a vulnerar la democracia misma.

Hay un inmenso reto para que en la consolidación de esos líderes, ellos les muestren a los colombianos qué harán realmente por curar y superar situaciones tan complicadas y hoy salidas de control como la violencia en campos y ciudades, la corrupción rampante y los problemas económicos y sociales, al igual que derroche de los recursos del Estado y la falta de claridad y estabilidad en las condiciones para los negocios y las inversiones.

Para la gobernabilidad hay un elemento esencial como es el de la planeación para que las palabras y los planteamientos del presidente y su equipo vayan al Plan de Desarrollo y de allí se hagan realidad.

Es por este motivo que uno de los pilares de la nueva era que se está buscando para el país, es tener a unos líderes de altísimas calidades técnicas y gerenciales, que no se queden en el mero discurso sino que tomen decisiones y ejecuten transparentemente y con eficiencia los recursos del Estado, que lleven en su corazón la paz, pero acompañada de una fuerte política de seguridad para devolverles la tranquilidad a los colombianos.

Para seguir dando puntadas sobre las características que deberían tener las futuras candidaturas, es que tengan una cohesión con el aparato productivo nacional, con propuestas para mejorar la competitividad, impulsar y motivar la inversión y fomentar opciones para que el empresariado crezca en los diferentes sectores económicos y así continuar generando empleo.

La reducción de la pobreza pero sin ‘subsidios engañosos’ sino mediante una efectiva lucha contra el hambre, el respaldo a los emprendiemientos, mayores oportunidades para el acceso a la educación, al igual que acciones contra el cambio climático y la destrucción de la biodiversidad, pero todo ello sin politiquería ni aprovechamiento ideológico, deben estar presentes en esa agenda para 2026.

Colombia tiene futuro es el mensaje nos debe acompañar en este momento tormentoso para de esa forma no bajar el ánimo en la construcción de un sendero que nos lleve hacia la superación de la compleja situación actual. 

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