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Editorial
Juan Frío
Como sucede con muchos episodios de la vida nacional y regional las redes sociales ahora sirven de canal para desatar oleadas negacionistas y burlescas, para desconocer lo ocurrido, minimizarlo y caer en la revictimización.
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Miércoles, 15 de Noviembre de 2023

Escarbando el horror que sembraron los paramilitares en Juan Frío, tituló La Opinión en el trabajo periodístico publicado ayer, que sirve para tratar algunas situaciones que se desataron alrededor de este dramático caso de los hornos crematorios para desaparecer a las víctimas.

Como sucede con muchos episodios de la vida nacional y regional las redes sociales ahora sirven de canal para desatar oleadas negacionistas y burlescas, para desconocer lo ocurrido, minimizarlo y caer en la revictimización.

Y frente a ello nada mejor que el trabajo periodístico de los medios regionales que por estar en el centro neurálgico de los acontecimientos ejercen su labor social de la comunicación fundamentada y contextualizada, para ayudar en aquello que tanto se insiste cuando de conflicto armado se trata, como es el evitar la repetición por desconocer los hechos.

Era lógico que se debían acudir a la fuente primaria como eran los mismos integrantes de las que se autodenominaban Autodefensas Unidas de Colombia, que en el corregimiento Juan Frío, en Villa del Rosario, tuvieron uno de los centros de operación en esta zona de frontera con Venezuela.

Mancuso, encarcelado en Estados Unidos, y quien en su momento era el máximo líder de esa organización ilegal en Norte de Santander, conocida como el Bloque Catatumbo, en sus declaraciones ante la JEP reconoció que los hornos sí fueron verdad.

E incluso, como se hizo en el informe publicado por este diario ayer, desde la época de Justicia y Paz, en desarrollo de la desmovilización de los integrantes de las autodefensas que se enfrentaron a la guerrilla, uno de los miembros de la comandancia de las Auc en la región habló de la utilización de ese mecanismo de desaparición de los cuerpos de las personas a quienes ellos asesinaron,

Luego queda claro que no se trata de un mito o de una leyenda urbana, surgidos en medio de los hechos de violencia.

En muy diciente lo que en aquél entonces Rafael Mejía Guerra, alias Hernán, quien comandaba a esa organización en Villa del Rosario, le comentó a un fiscal de Justicia y Paz: “el comandante Richard me dijo, hermano, mire a ver cómo hace para sacar todo eso, que donde llegue a meterse la Fiscalía y nos consiga una fosa, nos matan”.

Y para que los negacionistas tengan presente que no es nada surgido hoy, es válido otra afirmación de Hernán ante esos fiscales: “durante cuatro meses, a finales de 2001, se desenterraron los restos de 70 personas y los llevaron a los hornos”.

Con esas declaraciones de los autores, ahora deberán esperarse los resultados del trabajo que adelanta la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas.

Es que eso tiene que seguirse hasta que se cierre con la confirmación material de lo ocurrido, la detección de restos humanos y hasta el apoyo del propio Mancuso, porque es lógico que de los hornos hay que seguirse hablando, pero como un capítulo de nuestra historia del conflicto armado, para las actuales y futuras generaciones.

Además, es indudable que los familiares de las personas que murieron a manos de esa organización y cuyos cadáveres se presume fueron sometidos a ese procedimiento para no dejar rastros, necesitan igualmente poder cerrar su duelo y que esa parte de la sociedad que usa la desinformación para intentar negar esos hechos, al menos entre en otra tónica.

E, igualmente, el otro gran beneficiario es Villa del Rosario y su corregimiento de Juan Frío, en donde se requiere que se lleven a cabo obras y procesos de recuperación y de punto histórico en casos de esta naturaleza.


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