Sorprendidos quedaron los colombianos al asistir a una confesión por video de uno de los ‘escuderos’ del presidente Gustavo Petro, como lo es Gustavo Bolívar, director del Departamento de Prosperidad Social, en la que da a entender que desde el Gobierno nacional se han desatado acciones de desprestigio contra los medios de comunicación.
“Todas estas campañas que se han hecho contra varios medios informativos, pues han dado resultado, y es que la gente deje de consumir esos productos que son los que día y noche están voleándole al presidente. Ese es el panorama, es positivo”, fue lo que se le escuchó decir a Bolívar.
Esto es muy grave y peligroso en un país con la polarización y los niveles de estigmatización contra quienes cuestionan y destapan los hechos de corrupción y de desgreño administrativo del gobierno del Pacto Histórico.
Tiene toda la razón la Fundación para la Libertad de Prensa al advertir que las declaraciones de Bolívar son un indicio alarmante de que estas acciones pueden haber contado con apoyo desde el Gobierno nacional, lo que constituye una amenaza seria al ejercicio de la libertad de prensa.
La sensación es la de un escalamiento de las maniobras para fustigar a los medios desde las altas esferas del poder, con calificativos como de “el periodismo Mossad” y “las periodistas del poder, las muñecas de la mafia”, que demuestran la animadversión hacia la actividad informativa.
En el nuevo episodio, la FLIP le recordó a Bolívar que los estándares internacionales obligan a los funcionarios a proteger a los medios y a sus periodistas de cualquier tipo de intimidación o acoso. Y precisamente eso no se ha venido cumpliendo, porque aunque ahora el director del DPS trate de enmendar todo escudándose en que él habló así en una conversación privada, lo cierto es que como lo dice la FLIP “esta respuesta es insatisfactoria y evasiva”.
Ojalá tenga presente el argumento de la fundación de que dado su rol las palabras que pronunció requieren una explicación detallada y pública, porque ante la gravedad de las afirmaciones, Gustavo Bolívar le debe precisar al país a qué se refería cuando habló de estas campañas y de sus supuestos resultados.
Lo peor es que hubo un pasaje en este capítulo que muy bien encaja en el famoso dicho: ‘no aclares que oscurece’, en el que Petro y Bolívar por intentar desembarazarse de la situación lo empeoraron todo cuando cuestionaron que el video haya llegado a una revista.
“En esos mensajes sugieren, sin pruebas, que el medio está haciendo alguna actividad irregular al publicar este tipo de materiales”, advirtió la FLIP.
Muy oportuno en este caso resulta lo dicho por la organización que defiende la libertad de expresión en Colombia, de que los medios de comunicación tienen el derecho de recibir y publicar este tipo de materiales proporcionados por fuentes reservadas.
Urgente y necesario para la democracia es que se contengan y les pongan fin a maniobras como esas contra el libre derecho a informar y ser informado, como se plantea en el reclamo hecho por la FLIP al presidente Gustavo Petro para que aclare “públicamente su relación con estas campañas de desprestigio y a tomar medidas concretas para demostrar su compromiso con la libertad de prensa en el país”.
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