La reciente decisión de los congresistas -en especial los afines al petrismo- en la Cámara de Representantes de aprobar la reforma pensional tal como fue enviada por el Senado, sin un debate exhaustivo, plantea serias inquietudes sobre el estado de nuestra democracia.

Esta acción, que ha sido percibida como una maniobra política para acelerar la aprobación de una legislación controvertida, destaca un preocupante patrón de evasión del debate plural y de transparencia legislativa.

La esencia de la democracia representativa reside en el diálogo y la deliberación. Cada propuesta de reforma, especialmente una tan crucial como la pensional, debe ser objeto de un análisis riguroso y de un debate abierto que permita incorporar las perspectivas de todos los sectores de la sociedad.

Saltarse este proceso no solo socava la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, sino que también pone en riesgo la legitimidad de las decisiones tomadas. El sistema pensional es un pilar fundamental del bienestar social, afectando a millones de ciudadanos que dependen de él para su seguridad económica en la vejez. Cualquier cambio en su estructura debe ser cuidadosamente considerado y debatido.

La falta de un debate adecuado en la Cámara de Representantes impide que se escuchen y evalúen adecuadamente las preocupaciones y sugerencias de todos los actores involucrados. Además, este tipo de jugadas políticas, que buscan imponer reformas sin el debido proceso, sientan un precedente peligroso.

En una democracia saludable, la legislación debe ser el resultado de un proceso transparente y participativo, donde todas las voces tienen la oportunidad de ser escuchadas y donde las decisiones se toman basadas en el consenso y el interés común.

Es imperativo que nuestros legisladores recuerden su responsabilidad hacia los ciudadanos y el mandato de representar sus intereses de manera justa y equitativa. La reforma pensional necesita ser discutida a fondo, con la seriedad y el rigor que merece.

Solo así se podrá garantizar que las decisiones tomadas beneficien realmente a la población y refuercen la confianza en nuestras instituciones democráticas.

En este momento crucial, hacemos un llamado a los representantes y senadores para que prioricen la transparencia y la participación ciudadana en sus deliberaciones.

La democracia colombiana no puede permitirse más atajos ni maniobras que pongan en riesgo su integridad y la confianza de sus ciudadanos.

Es hora de restaurar el debate y la deliberación como pilares fundamentales de nuestra vida política.

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